Amar, la niña de pelo negro
En un pequeño pueblo, vivía una niña llamada Amar. Amar era una niña de pelo negro, brillante y hermoso, que llamaba la atención de todos. Siempre tenía una sonrisa en su rostro y un brillo especial en sus ojos. Amar era conocida por su alegría y su capacidad de hacer reír a los demás.
Un día, mientras jugaba en el parque, decidió que quería ayudar a sus amigos y vecinos a ser tan felices como ella.
"¡Voy a organizar un día de felicidad!" - exclamó Amar.
"¿Y cómo harás eso?" - preguntó su amigo Tomás, con curiosidad.
"¡Simple! organizaremos juegos, risas y sorpresas para todos. Cada uno puede traer algo que le haga feliz para compartir".
Así fue como Amar comenzó a planear un evento mágico. Corrió de casa en casa invitando a todos. Algunos amigos estaban intrigados, pero otros se mostraban escépticos.
"No creo que a la gente le interese", murmuró Sofía.
"Pero puede ser divertido y diferente", insistió Amar.
Poco a poco, la idea de Amar fue ganando apoyo. La mañana del gran día, el parque se llenó de color y alegría. Las risas resonaban en el aire y cada niño trajo su activo especial.
Sin embargo, justo cuando el evento empezaba a tomar vuelo, el cielo se oscureció. Amar miró hacia arriba, alarmada.
"¡Oh no, parece que va a llover!" - gritó.
"¿Y ahora qué hacemos?" - preguntó Tomás, preocupado.
Amar se sintió un poco desanimada, pero recordó que su objetivo era hacer felices a los demás. Con una gran sonrisa, decidió actuar.
"No dejaremos que la lluvia nos detenga. ¡Vayamos a casa de cada uno a compartir nuestras cosas!" - propuso Amar con entusiasmo.
A pesar del mal tiempo, los niños se agruparon y comenzaron a ir de casa en casa, riendo y jugando bajo la lluvia. Cada uno compartía historias, juegos y risas en cada hogar que visitaban. Lo que había comenzado como un evento al aire libre se convirtió en una maravillosa aventura de felicidad en sus hogares.
Al final del día, los habitantes del pueblo se unieron y comenzaron a salir de sus casas.
"¡Gracias, Amar! No sabía que podía ser tan divertido estar en casa", dijo Sofía, sonriendo.
Amar, con su pelo negro y radiante, se sintió orgullosa y feliz. Porque entendió que la verdadera felicidad no depende de las circunstancias, sino de las pequeñas cosas que hacemos por los demás. Por lo cual, decidió que el Día de la Felicidad se volvería una tradición anual, sin importar el clima.
Y así, Amar, la niña de pelo negro, se convirtió en un símbolo de alegría para todos, una sonrisa a la vez.
FIN.