Ambrosio el contagiosio


En lo profundo de un bosque encantado vivía Ambrosio, un monstruo muy particular.

A diferencia de sus amigos monstruos, Ambrosio no se bañaba, no se cepillaba los dientes y tenía un mal olor de pies que podía olerse a kilómetros de distancia. Esto preocupaba a los demás habitantes del bosque, ya que Ambrosio también tenía gripe y no se cuidaba como debería. Un día, la hada madrina del bosque decidió intervenir.

"Ambrosio, tus amigos y vecinos están preocupados por tu salud. Debes aprender a cuidarte para estar bien y no contagiar a los demás", dijo la hada con voz preocupada. "¿Por qué debo cuidarme? Soy un monstruo, no me importa", respondió Ambrosio con desgano.

Pero la hada madrina no se dio por vencida y le explicó que cuidarse era importante para poder disfrutar de la vida y de la compañía de los demás.

Además, le contó que si no se cuidaba, su gripe empeoraría y no podría jugar ni hacer las cosas que más disfrutaba. Ambrosio, intrigado por las palabras de la hada, decidió escuchar sus consejos y empezó a darse cuenta de que cuidarse no era tan malo como pensaba.

Comenzó a bañarse con agua de arroyo, a cepillarse los dientes con hierbas frescas y a prestar más atención a su higiene personal. Pronto, el mal olor de sus pies desapareció y se sintió mucho mejor.

Sus amigos monstruos, sorprendidos, notaron el cambio en Ambrosio y se acercaron a felicitarlo. "¡Ambrosio, qué bien hueles y qué buen aspecto tienes!", le dijeron. Ambrosio les explicó que había entendido la importancia de cuidarse y que se sentía mucho mejor.

Desde ese día, Ambrosio se convirtió en un ejemplo para el resto de los monstruos, enseñándoles la importancia de la higiene y el cuidado personal. Y así, en el bosque encantado, todos aprendieron que cuidarse no solo era importante para sentirse bien, sino también para proteger a los demás y evitar contagios.

Desde entonces, Ambrosio disfrutó de su vida en el bosque, jugando y compartiendo momentos felices con sus amigos, siempre recordando la valiosa lección que la hada madrina le había enseñado.

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