Amelia y el desafío del baño


Había una vez una niña llamada Amelia, que tenía 4 años y estaba aprendiendo a usar bombacha.

Aunque estaba muy emocionada por ser una "niña grande" y dejar los pañales, todavía le costaba mucho controlar sus ganas de hacer pis o caca. Amelia vivía en una casa muy linda con su mamá, su papá y su hermanito Tomás. Un día, mientras jugaba en el jardín con sus muñecos favoritos, sintió unas ganas enormes de ir al baño.

Pero ella sabía que no podía hacerse cada o pis encima, así que decidió buscar a su mamá para pedirle ayuda. Corrió hacia la cocina donde encontró a su mamá preparando la comida.

"-Mamá, necesito ir al baño", dijo Amelia con carita de preocupación. La mamá de Amelia sonrió y le dijo: "-Claro mi amor, vamos rápido al baño". Ambas se tomaron de la mano y corrieron hacia el baño.

Pero justo cuando estaban llegando, escucharon un ruido extraño proveniente del jardín. Amelia miró por la ventana y vio a Tomás llorando porque se había caído de su bicicleta sin rueditas.

Ella sabía que tenía que ayudar a su hermanito antes de ir al baño, pero las ganas eran cada vez más fuertes. En ese momento apareció el papá de Amelia y preguntó qué había pasado. "-Tomás se cayó en el jardín", explicó Amelia mientras intentaba aguantarse las ganas de hacer pis.

El papá tomó rápidamente en brazos a Tomás y lo llevó adentro para curarle las rodillas raspadas. Amelia se sintió triste porque no podía ayudar a su hermanito, pero sabía que debía ir al baño.

Corrió hacia el baño, pero justo cuando estaba por llegar, escuchó un ruido proveniente de la sala de estar. Era el gato de la familia, Tito, que había quedado atrapado detrás del sofá.

Amelia sabía que Tito necesitaba ayuda urgente, así que corrió hacia él y lo liberó. El gatito le dio un lametón en la mano como agradecimiento y salió corriendo felizmente. Amelia se sentía cada vez más desesperada por ir al baño.

Sus ganas eran tan fuertes que ya no podía aguantarse más. Pero justo cuando creyó que todo estaba perdido, su mamá apareció en la puerta del baño sosteniendo una gran sonrisa. "-¡Amelia! ¡Lo lograste! ¡Eres una niña muy valiente!", exclamó su mamá orgullosa mientras la abrazaba.

Amelia no entendía muy bien qué había pasado hasta que miró dentro del baño y vio un montón de juguetes flotando en el inodoro.

Su mamá le explicó que ella había aprendido a avisar a tiempo y ahora era capaz de usar el baño como los adultos. Desde ese día, Amelia siempre recordaba pedir ayuda a sus papás cuando tenía ganas de hacer pis o caca.

Aunque a veces tuviera otras cosas importantes por hacer, sabía que cuidar de sí misma era lo más importante. Y así fue como Amelia dejó los pañales y se convirtió en una niña grande y valiente. Y colorín colorado, esta historia ha terminado.

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