Amelie y el trabajo en equipo


Había una vez en el colegio del Faro con Sol, una niña llamada Amelie que estaba a punto de comenzar el jardín. Estaba muy emocionada por conocer a sus nuevas seños: Silvi, Pri, Anto y Leti.

Desde pequeña, Amelie siempre había sido la más buena y amable de todas las niñas de su edad. Siempre ayudaba a los demás y tenía una sonrisa que iluminaba todo a su alrededor.

El primer día de clases, Amelie llegó temprano al colegio con su mochila llena de lápices de colores y cuadernos nuevos. Al entrar al aula, vio a las seños esperándola con una gran sonrisa en sus rostros.

-¡Hola Amelie! ¡Bienvenida al jardín del colegio del Faro con Sol! -dijeron las seños emocionadas. Amelie les devolvió la sonrisa y se sentó en su lugar, lista para empezar un nuevo año escolar lleno de aventuras.

Durante las primeras semanas, Amelie se destacó por ser muy atenta en clase y ayudar a sus compañeros cuando lo necesitaban. Un día, mientras estaban jugando en el patio del colegio, Amelie notó que uno de sus compañeros estaba triste porque no tenía con quién jugar.

Sin dudarlo un segundo, se acercó a él y le ofreció ser su amiga. -¿Quieres jugar conmigo? ¡Vamos a divertirnos juntos! -le dijo Amelie con alegría. Desde ese día, Amelie y su nuevo amigo se volvieron inseparables.

Juntos exploraban el patio del colegio, descubriendo tesoros escondidos y creando mundos imaginarios donde todo era posible. Pero un día, la maestra Pri les propuso un desafío: tenían que trabajar en equipo para construir la torre más alta utilizando bloques de colores.

Todos los niños se pusieron manos a la obra, pero pronto surgieron diferencias entre ellos y la torre parecía estar destinada al fracaso. -¡No podemos hacerlo! ¡Es imposible! -exclamaron algunos niños frustrados.

Pero Amelie recordó algo importante que siempre decía su mamá: "En equipo todo es posible". Con esas palabras en mente, tomó la mano de su amigo y reunió al resto de los niños para explicarles cómo podían trabajar juntos para lograr su objetivo.

-¡Vamos chicos! Si nos ayudamos unos a otros podemos lograrlo. Solo tenemos que escucharnos y colaborar -dijo Amelie con determinación. Todos los niños asintieron emocionados y siguieron las indicaciones de Amelie.

Poco a poco, la torre fue tomando forma hasta convertirse en la más alta que jamás habían construido. Los niños celebraron felices su éxito sabiendo que juntos podían lograr cualquier cosa.

Desde ese día, todos aprendieron una gran lección gracias a la bondad y liderazgo de Amelie: trabajar en equipo y ayudarse mutuamente es fundamental para alcanzar metas importantes. Y así, entre risas y juegos compartidos, Amelie siguió siendo la nena más buena del colegio del Faro con Sol.

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