Amigas al Vuelo


Érase una vez, en un hermoso jardín de flores, vivía una rosa llamada Rosa. Era la flor más bonita y elegante del lugar, con sus pétalos rojos y perfumados. Junto a ella, vivía una mariposa llamada Maribel.

Maribel era una mariposa traviesa y curiosa que siempre estaba volando de flor en flor. Rosa y Maribel se convirtieron en grandes amigas desde el momento en que se conocieron. Pasaban horas charlando sobre la vida y compartiendo secretos.

Un día, mientras conversaban bajo el sol radiante, Maribel le dijo a Rosa:"¿Sabes qué? Me encantaría poder volar tan alto como tú".

Rosa sonrió amablemente y respondió:"Maribel, aunque no puedas volar como yo, tienes algo especial: puedes transformarte en lo que quieras". Maribel quedó sorprendida ante las palabras de su amiga. "¿Cómo es eso posible?", preguntó emocionada. Rosa explicó:"Las mariposas tienen la capacidad de pasar por una metamorfosis.

Pueden convertirse en preciosas criaturas aladas que vuelan libremente por el cielo". Maribel sintió un cosquilleo de emoción recorriendo su cuerpo. "¡Quiero ser una mariposa!", exclamó entusiasmada. Al día siguiente, Rosa acompañó a Maribel hasta un rincón tranquilo del jardín donde había un capullo colgando de una rama.

Con paciencia y dedicación, Maribel se metió dentro del capullo para comenzar su transformación. Pasaron los días y Rosa observaba expectante cómo el capullo empezaba a moverse.

Un día soleado, el capullo se abrió y de él emergió una hermosa mariposa de vivos colores. Maribel había logrado su transformación y ahora podía volar como siempre había deseado. Rosa estaba feliz por su amiga y juntas comenzaron a explorar el mundo desde las alturas.

Un día, mientras volaban sobre el jardín, vieron un pequeño niño sentado en un banco con lágrimas en los ojos. Se acercaron sigilosamente para averiguar qué le pasaba. "¿Qué te sucede?", preguntó Maribel con dulzura.

El niño levantó la vista y respondió:"Estoy muy triste porque no tengo amigos con quien jugar". Rosa y Maribel intercambiaron miradas comprensivas. "No te preocupes", dijo Rosa. "Nosotros seremos tus amigos". Desde ese día, los tres se convirtieron en inseparables compañeros de juegos.

El niño les contaba historias y ellos le enseñaban sobre la belleza de la naturaleza. Con el tiempo, otros niños del vecindario se unieron a ellos y formaron un grupo de amigos que jugaban y aprendían juntos en el jardín.

La rosa y la mariposa se dieron cuenta de que habían logrado algo especial: haber convertido su amistad en algo inspirador para los demás.

Y así, entre risas y aventuras, Rosa, Maribel y sus nuevos amigos descubrieron que cada uno tenía algo único que ofrecer al mundo. Aprendieron a valorar las diferencias entre ellos y a trabajar juntos para hacer del mundo un lugar mejor. Y colorín colorado, esta historia llena de amistad y superación ha terminado.

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