Amigas de corazón



Sofía y Martina eran dos hermanas que se llevaban muy bien. A pesar de tener personalidades diferentes, siempre se respetaban y se apoyaban en todo momento.

Un día, mientras jugaban en el jardín de su casa, Martina comenzó a molestar a Sofía. Primero fue con pequeñas bromas, pero luego empezó a ser más agresiva. "¡Deja de hacer eso! Me estás lastimando", dijo Sofía tratando de alejarse. "No seas exagerada, solo estoy jugando", respondió Martina sin detenerse.

Pero cuando Sofía gritó "¡Basta!", algo cambió en la actitud de su hermana. Por primera vez, Martina entendió que sus acciones podían lastimar a los demás y que debía respetar los límites de Sofía.

Desde ese día, las dos hermanas aprendieron una importante lección sobre el respeto mutuo y la empatía. Ya no se molestaban entre ellas sin importar lo mucho que quisieran jugar o divertirse juntas.

Sin embargo, un día llegaron nuevas vecinas al barrio: dos niñas llamadas Ana y Luciana. Ambas eran muy traviesas y les encantaba hacer bromas pesadas a las personas que las rodeaban. Martina estaba emocionada por conocerlas y quería impresionarlas con su sentido del humor.

Pero pronto descubrió que Ana y Luciana eran muy exigentes e incluso crueles con ella. "¿Por qué tienes esa ropa tan fea?", preguntó Ana riéndose mientras señalaba la camiseta de Martina.

"Tú no sabes nada de moda", agregó Luciana, burlándose de su peinado. Martina se sintió mal y triste por las críticas de sus nuevas amigas.

Pero cuando volvió a casa y le contó todo a Sofía, ella la escuchó atentamente y le dio un consejo importante:"Martina, no permitas que nadie te haga sentir mal o menospreciada. Tú eres única y especial tal como eres". A partir de ese momento, Martina decidió ser más firme con Ana y Luciana.

Les explicaba que no le gustaban sus bromas pesadas ni sus comentarios negativos sobre ella. Y aunque al principio ellas se enojaron, poco a poco comenzaron a respetarla más. Con el tiempo, Martina aprendió que no necesitaba complacer a los demás para ser feliz.

Lo más importante era valorarse a sí misma y tener amigos verdaderos que la aceptaran tal como era.

Así, gracias al amor y el apoyo de su hermana Sofía, Martina creció segura de sí misma y con una gran capacidad para respetar los límites de los demás mientras hacía valer los propios.

FIN.

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