Amigas en París
Había una vez una niña llamada Martina, de cabellos rubios como el sol y ojos azules como el cielo.
Martina vivía en un pequeño pueblo en Argentina, pero un día decidió hacer un viaje a París, la ciudad del amor y la luz. Martina estaba emocionada por conocer la Torre Eiffel, así que subió los escalones con energía hasta llegar a lo más alto.
Desde allí arriba, pudo ver toda la ciudad extendiéndose ante sus ojos como un hermoso lienzo. - ¡Qué vista tan maravillosa! -exclamó Martina maravillada. Fue entonces cuando vio a otra niña, también rubia y de ojos azules, que parecía estar tan asombrada como ella. - Hola, ¿cómo te llamas? -preguntó Martina con una sonrisa.
- Soy Camille. ¿Y tú? - Soy Martina. ¿Quieres ser mi amiga? Camille asintió emocionada y desde ese momento se hicieron inseparables.
Juntas recorrieron París, visitando lugares emblemáticos como el Louvre, la Catedral de Notre Dame y paseando a lo largo del Sena. Una tarde, mientras caminaban por los Campos Elíseos, vieron a un grupo de niños jugando al fútbol en un parque cercano.
Martina y Camille se acercaron para observar el juego y notaron que uno de los niños estaba solo en un rincón mirando triste hacia el suelo. - ¿Qué le pasa a ese niño? -preguntó Martina preocupada. - Parece que está solo y triste -respondió Camille con pena en su voz.
Sin dudarlo, las dos amigas se acercaron al niño y le preguntaron si quería jugar con ellos. El rostro del niño se iluminó con una sonrisa radiante y aceptó encantado la invitación.
Desde ese día en adelante, Martina, Camille y el nuevo amigo jugaron juntos cada tarde después de clases. Se convirtieron en un equipo imbatible lleno de risas y alegría.
Juntos aprendieron sobre la importancia de la amistad, la solidaridad y el valor de compartir momentos especiales con quienes nos rodean. Descubrieron que no importa de dónde vengamos o cómo seamos físicamente: lo que realmente importa es tener un corazón bondadoso y abierto para hacer nuevas amistades.
Así fue como Martina encontró no solo una nueva amiga en París sino también un valioso compañero de juegos. Juntos demostraron que la verdadera magia reside en conectar con otros desde el amor y la empatía.
FIN.