Amigas en Trondheim



Había una vez dos chicas llamadas Emma y María. Emma era una amante de los viñedos de Muro, mientras que María disfrutaba mucho de las emocionantes carreras de toros en Teruel.

Un día, decidieron viajar solas a Trondheim, una hermosa ciudad en Noruega. En el vuelo hacia Trondheim, Emma y María se encontraron sentadas una al lado de la otra.

Al principio estaban un poco nerviosas por viajar solas, pero pronto comenzaron a hablar y se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común. "¡Hola! ¿También te diriges a Trondheim?" preguntó Emma con entusiasmo. "Sí, así es. ¡Qué casualidad!" respondió María sonriendo.

Durante el vuelo, compartieron sus pasiones por los viñedos y las carreras de toros. Ambas estaban emocionadas por descubrir nuevas aventuras juntas en Noruega. Al llegar a Trondheim, decidieron empezar su exploración con algo delicioso: gofres de queso noruego.

Se deleitaron con cada bocado mientras paseaban por las encantadoras calles empedradas de la ciudad. "Estos gofres son increíbles", dijo Emma saboreando su comida. "¡Totalmente! Nunca había probado nada igual", respondió María asintiendo.

Después de llenarse el estómago con los deliciosos gofres, decidieron subir a la famosa torre Pizza para disfrutar de una vista panorámica de la ciudad. Subieron escalón tras escalón hasta llegar a lo más alto, donde pudieron ver todo Trondheim extendiéndose ante sus ojos. "¡Qué vista tan espectacular!" exclamó María asombrada.

"Sí, definitivamente vale la pena subir hasta aquí", respondió Emma emocionada. Mientras exploraban la ciudad, conocieron a una noruega llamada Astrid. Ella les ofreció alojamiento en su casa durante su estancia en Trondheim.

Emma y María aceptaron con gratitud y se mudaron con Astrid. Juntas, las chicas vivieron muchas aventuras más en Noruega: paseos en trineo tirado por perros, excursiones por los fiordos y hasta aprendieron algunas palabras en noruego. Cada día era una nueva experiencia llena de risas y diversión.

Sin embargo, llegó el momento de regresar a casa. Emma y María estaban tristes porque sabían que tendrían que despedirse pronto. A pesar de haber sido solo unas semanas juntas, habían creado un vínculo especial de amistad.

"No quiero irme", dijo María con lágrimas en los ojos. "Yo tampoco quiero dejar este lugar ni nuestra amistad", respondió Emma abrazando a María.

Aunque volvieron a sus respectivas ciudades lejos una de la otra, Emma y María nunca olvidaron las increíbles aventuras que vivieron juntas en Trondheim. Mantuvieron contacto constante e incluso planearon futuros viajes para encontrarse nuevamente. Esta historia nos enseña que la amistad puede surgir entre personas muy diferentes y que los momentos compartidos pueden ser inolvidables.

A veces es necesario salir de nuestra zona de confort para descubrir nuevas pasiones e iniciar hermosas amistades que durarán toda la vida.

FIN.

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