Amigas entre letras
Había una vez dos amigas llamadas Elena y Ekaterina, que vivían en un pequeño pueblo. Aunque eran muy diferentes, compartían una gran pasión por aprender y descubrir cosas nuevas.
Un día, mientras paseaban por el parque, se encontraron con un letrero que decía: "¡Aprende a leer en la biblioteca del pueblo!". Elena y Ekaterina quedaron emocionadas al verlo y decidieron ir a la biblioteca para comenzar su aventura de aprendizaje.
Al llegar, se encontraron con una simpática bibliotecaria llamada Sofía, quien les explicó cómo funcionaba la biblioteca y les mostró todos los libros disponibles. Las niñas estaban tan emocionadas que no sabían por dónde empezar.
Sofía les sugirió comenzar con los cuentos infantiles para familiarizarse con las letras. Así que Elena eligió un libro sobre animales de la selva mientras que Ekaterina optó por uno sobre princesas. Ambas se sentaron en unas cómodas sillas y comenzaron a leer en voz alta.
A medida que avanzaban en sus lecturas, notaron lo difícil que era reconocer algunas letras y palabras desconocidas. Pero lejos de desanimarse, decidieron ayudarse mutuamente. "Ekaterina, ¿qué letra es esta?" - preguntó Elena señalando una —"A" en su libro.
"Esa es fácil", respondió Ekaterina riendo "Es una —"A" , como el nombre de mi abuela Ana". Así continuaron durante horas, riendo juntas cada vez que descubrían una nueva palabra o reconocían una letra complicada.
Se dieron cuenta de lo divertido que podía ser aprender juntas y cómo su amistad se fortalecía en el proceso. Pero justo cuando estaban sumergidas en sus lecturas, algo inesperado ocurrió.
Sofía les informó que la biblioteca estaba a punto de cerrar debido a un problema con el sistema eléctrico. Elena y Ekaterina sintieron una gran tristeza al tener que interrumpir su aprendizaje. Sin embargo, Sofía les dio una idea brillante.
Les dijo que podrían llevarse algunos libros prestados para continuar leyendo en casa hasta que la biblioteca reabriera. Las niñas aceptaron encantadas y eligieron algunos cuentos más para llevarse. De vuelta en sus casas, Elena y Ekaterina continuaron su aventura de aprendizaje cada día.
Se reunían en el parque con sus libros y practicaban leyendo juntas mientras disfrutaban del aire fresco y la naturaleza. Con el tiempo, las dos niñas mejoraron mucho su capacidad de leer.
Ya no necesitaban preguntarse entre ellas sobre las letras o palabras difíciles porque habían adquirido confianza en sí mismas. Finalmente, llegó el día esperado: la reapertura de la biblioteca.
Elena y Ekaterina corrieron emocionadas hacia ella para devolver los libros prestados y agradecer a Sofía por toda su ayuda durante aquellos días sin acceso a la biblioteca. "¡Gracias por todo lo que nos enseñaste!", exclamó Elena abrazando a Sofía. "Sí", agregó Ekaterina "Nos dimos cuenta de lo importante que es aprender juntas".
Desde aquel día, Elena y Ekaterina siguieron visitando regularmente la biblioteca del pueblo, no solo para leer, sino también para ayudar a otros niños que estaban aprendiendo a leer.
Juntas, se convirtieron en grandes defensoras de la educación y demostraron que el aprendizaje puede ser una aventura inspiradora y divertida. Y así, Elena y Ekaterina continuaron su amistad mientras seguían descubriendo nuevas palabras y letras en los libros de la biblioteca del pueblo.
FIN.