Amigas para siempre
Helena y Sara eran dos niñas que se conocieron en el jardín. Al principio, todo parecía ir bien entre ellas. Jugaban juntas en los recreos, compartían sus juguetes y se reían mucho. Pero un día, algo cambió.
Un grupo de niñas del jardín empezaron a burlarse de Sara por su peinado y su ropa. Helena no sabía qué hacer: quería defender a su amiga, pero al mismo tiempo no quería ser objeto de las burlas también.
Fue entonces cuando ocurrió la pelea. Helena le dijo a Sara que debería cambiar su forma de vestir para evitar las mofas de las otras niñas.
Sara se sintió muy mal por esto y le contestó que ella era como era y no iba a cambiar por nadie. Desde ese día, Helena y Sara dejaron de hablarse. Se evitaban mutuamente en el jardín y sólo se dirigían la palabra cuando era necesario.
Pero un día, durante una clase sobre cómo cuidar el medio ambiente, las cosas cambiaron otra vez. La maestra les pidió que formaran grupos para limpiar el patio del jardín.
A pesar de estar sentadas en mesas diferentes, Helena y Sara terminaron siendo parte del mismo equipo. Al principio fue incómodo trabajar juntas después de tanto tiempo sin hablarse.
Pero poco a poco fueron recordando todas las cosas divertidas que hacían antes: jugar con plastilina, leer cuentos o simplemente charlar sobre lo que les gustaba. Mientras trabajaban en la limpieza del patio del jardín, ambas comenzaron a darse cuenta de cuánto habían extrañado estar cerca una de la otra. "Lo siento mucho por lo que te dije aquel día, Sara.
Me sentí mal al ver cómo te trataban las otras niñas y no supe cómo reaccionar", dijo Helena con lágrimas en los ojos. "Yo también lo siento, Helena. No debí haberte contestado de esa manera.
Pero es que me dolieron mucho tus palabras", respondió Sara con una sonrisa. Las dos niñas se abrazaron fuertemente y prometieron nunca pelearse otra vez. Desde ese día, volvieron a ser amigas inseparables en el jardín.
Aprendieron que la verdadera amistad es más importante que cualquier cosa superficial como la ropa o el peinado. Y que aunque a veces puedan tener opiniones diferentes, siempre pueden resolver sus conflictos hablando honestamente entre ellas.
Helena y Sara terminaron la limpieza del patio del jardín tomadas de las manos y cantando una canción sobre la amistad. Las demás niñas del jardín se unieron a ellas, celebrando su reconciliación y demostrándoles su apoyo incondicional.
Desde entonces, Helena y Sara se convirtieron en un ejemplo para todos los niños del jardín: recordándoles que siempre hay una segunda oportunidad para hacer las paces y recuperar una amistad perdida.
FIN.