Amigas para siempre



Había una vez, en un hermoso parque lleno de risas y juegos, una adorable niña llamada Alice. Con su linda sonrisa y su pelo negro rizado, siempre era el centro de atención.

A Alice le encantaba jugar con sus amigos en el parque todos los días. Sin embargo, en ese grupo de amigos había una niña llamada Martina que siempre estaba peleando con los demás niños.

Martina no entendía que los amigos están para divertirse juntos y no para pelearse. Un día soleado, mientras todos jugaban felices en el parque, Martina comenzó a discutir con otro niño por un juguete. Los demás niños se alejaron tristes y desanimados porque ya estaban cansados de las peleas constantes.

Alice se acercó a Martina y le dijo con ternura: "Martina, ¿por qué siempre tienes que pelear? Los amigos están aquí para divertirse juntos". Martina miró sorprendida a Alice y respondió: "No sé cómo hacerlo diferente".

Alice sonrió amablemente y le propuso a Martina una idea brillante: "Vamos a enseñarte cómo ser amigable en lugar de pelear". Ambas niñas caminaron hacia la casita del árbol donde solían jugar.

Allí, Alice explicó pacientemente a Martina lo importante que es compartir y respetar a los demás. Le mostró cómo jugar sin discutir por los juguetes. Martina escuchaba atentamente las palabras de Alice y poco a poco empezó a entender lo valioso que era tener amigos verdaderos.

Juntas inventaron nuevos juegos donde todos podían participar sin necesidad de competir o pelear. Los días pasaron y Alice y Martina se convirtieron en grandes amigas.

Alice le enseñó a Martina el valor de la amistad y cómo disfrutar de los momentos juntas sin pelear. Un día, cuando todos estaban jugando en el parque, Martina vio a dos niños discutiendo por un balón.

Recordando lo que Alice le había enseñado, se acercó a ellos con una sonrisa y les dijo: "Chicos, ¿por qué no juegan juntos? Así todos nos divertiremos". Los demás niños se sorprendieron al ver a Martina tan amable y considerada. Decidieron dejar atrás sus diferencias y siguieron el consejo de Martina.

Jugaron felices durante horas sin ninguna pelea. Desde aquel día, todos los niños del parque aprendieron la valiosa lección que Alice había enseñado a Martina: que los amigos no pelean, sino que se apoyan mutuamente para pasar momentos inolvidables.

Así fue como gracias a la dulce Alice y su linda sonrisa, el parque se llenó de risas nuevamente. Y desde entonces, todos los niños entendieron la importancia de ser buenos amigos. Fin

FIN.

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