Amigas sin fronteras


Había una vez dos amigas llamadas Catalina y Milena, a quienes les encantaba viajar y descubrir nuevos lugares alrededor del mundo. Un día, decidieron embarcarse en una aventura única: dar la vuelta al mundo juntas.

Comenzaron su travesía en Argentina, su país natal. Recorrieron las coloridas calles de Buenos Aires, disfrutando de su música y deliciosos platos tradicionales como el asado y los alfajores.

Allí conocieron a Mateo, un niño muy amigable que les enseñó cómo jugar al fútbol como verdaderas campeonas. Luego de despedirse de Mateo, Catalina y Milena volaron hacia Brasil. En Río de Janeiro se encontraron con Júlia, una niña llena de alegría que les mostró los secretos del carnaval brasileño.

Juntas bailaron samba por las playas de Copacabana y se divirtieron pintándose las caras con colores brillantes. El siguiente destino fue Francia.

En París conocieron a Pierre, un chico muy inteligente que les mostró los impresionantes monumentos como la Torre Eiffel y el Museo del Louvre. Además, aprendieron algunas palabras en francés mientras compartían croissants en un café parisino. Después de recorrer Europa durante varios meses, Catalina y Milena decidieron viajar hacia Asia.

En China visitaron la Gran Muralla junto a Li Wei, un niño lleno de energía que les enseñó kung fu e hizo reír con sus trucos de magia.

Continuando su aventura por Asia llegaron a India donde conocieron a Aisha, una niña muy curiosa que les enseñó sobre la cultura hindú y cómo vestirse con un sari. Juntas visitaron el Taj Mahal, uno de los lugares más hermosos del mundo. El último destino de su viaje fue Australia.

Allí se encontraron con Liam, un niño aventurero que las llevó a explorar la Gran Barrera de Coral. Nadaron entre peces tropicales y vieron tortugas marinas mientras aprendían sobre la importancia de cuidar el medio ambiente.

Después de un año lleno de emociones y nuevas amistades, Catalina y Milena regresaron a Argentina. Se dieron cuenta de lo afortunadas que eran por haber tenido la oportunidad de conocer personas tan amigables en cada país que visitaron.

Aprendieron que no importa cuántas diferencias culturales existan entre las personas, siempre hay algo en común: el deseo de ser felices y hacer amigos. Catalina y Milena comprendieron la importancia de aceptar a los demás tal como son, sin juzgar por su apariencia o procedencia.

Este increíble viaje les enseñó lecciones valiosas sobre el mundo y sobre sí mismas.

Regresaron a casa con corazones llenos de gratitud por todas las experiencias vividas y prometieron mantener siempre abierta su mente para seguir aprendiendo del mundo y sus habitantes.

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