Amigo de la Naturaleza
habrían de ser sus nuevos amigos. Había una vez un niño llamado Juanito, quien vivía en un pequeño pueblo rodeado de hermosos campos y árboles frondosos.
A pesar del encanto de su entorno, Juanito se sentía muy solo porque no tenía amigos con quienes jugar. Un día, mientras caminaba por el bosque, un pajarito posó suavemente sobre su hombro y le preguntó: "-¿Por qué no juegas, Juanito?".
El niño miró al pajarito sorprendido y respondió tristemente: "-No tengo amigos para jugar". El pajarito sonrió y dijo: "-¡Pero hay muchas cosas con las que puedes divertirte! Ven, te mostraré". Y así comenzaron a volar juntos por el cielo. Primero llegaron a un claro soleado.
El pajarito señaló hacia abajo y exclamó: "-¡Mira! Puedes jugar con el sol a hacer sombras". Juanito se emocionó y empezó a mover sus manos para crear figuras en el suelo. El sol brillaba cálidamente mientras él reía felizmente.
Luego fueron hacia un río cercano. El pajarito lo animó diciendo: "-¡Observa el agua! Puedes chapotear y salpicar". Sin pensarlo dos veces, Juanito corrió hasta la orilla del río y comenzó a saltar en los charcos.
Las gotas de agua saltaban alrededor de él mientras se empapaba de risas. Después llegaron a una colina ventosa donde los árboles bailaban al compás del viento.
El pajarito dijo emocionado: "-¡Siente el viento en tu rostro! Puedes correr y saltar como los árboles". Juanito abrió sus brazos y dejó que el viento lo llevara. Se sentía libre mientras volaba por el aire como un pájaro. El niño se divertía tanto que se olvidó de su soledad.
Pero al final del día, cuando el sol empezaba a esconderse, Juanito miró al cielo y preguntó tristemente: "-Pajarito, ¿qué puedo hacer cuando no hay sol, agua o viento?".
El pajarito sonrió con picardía y dijo: "-Juanito, la luna y las estrellas también pueden ser tus amigos. Puedes contar historias bajo la luz de la luna y jugar a encontrar constelaciones en el cielo estrellado". Juanito abrió los ojos emocionado ante esta nueva posibilidad.
Desde ese día, todas las noches salía al patio de su casa para hablarle a la luna y contarle sus aventuras del día. Además, aprendió sobre las diferentes constelaciones y creaba historias mágicas con ellas.
Poco a poco, Juanito comenzó a darse cuenta de que tenía muchos amigos invisibles pero maravillosos en la naturaleza que lo rodeaba.
Aprendió que aunque no siempre tuviera compañeros humanos para jugar, siempre podría encontrar diversión entre el sol radiante, el agua refrescante, el viento juguetón e incluso en la misteriosa belleza de la noche. Y así fue como Juanito descubrió que nunca estaba solo si sabía cómo abrir su corazón a los tesoros ocultos de la naturaleza.
A partir de ese momento, su vida se llenó de alegría y aprendió a valorar la compañía de todos los seres vivos que lo rodeaban. Y colorín colorado, este cuento ha terminado.
FIN.