Amigo, el perro solidario



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Amistad, donde todos los habitantes se llevaban muy bien y siempre estaban dispuestos a ayudarse mutuamente.

En este lugar vivían dos mejores amigos, Martín y Sofía, quienes eran inseparables desde que eran bebés. Un día, mientras jugaban en el parque del pueblo, encontraron a un perrito abandonado. El pobre animalito estaba triste y asustado. Martín y Sofía se acercaron con mucho cuidado para no asustarlo aún más.

- ¡Pobrecito! -dijo Sofía-. No podemos dejarlo aquí solo. Debemos ayudarlo. - Tienes razón, Sofi -respondió Martín-. Vamos a llevarlo a casa y cuidaremos de él hasta encontrarle una familia amorosa que lo adopte.

Los niños tomaron al perrito entre sus brazos y corrieron hacia la casa de Martín. Le dieron agua, comida y le hicieron una camita cómoda para que descansara. A partir de ese momento, el perrito recibió todo el cariño que necesitaba.

Martín y Sofía decidieron buscarle un nombre al nuevo integrante de su familia temporal. Después de pensar mucho, llegaron a la conclusión de llamarlo —"Amigo" , ya que sería su compañero fiel durante ese tiempo.

Al día siguiente, los niños fueron al colegio emocionados por contarle a sus compañeros sobre su nueva mascota. Durante el recreo, se reunieron con Juanita y Lucas para compartirles la noticia. - Tenemos algo muy importante que contarles -dijo Martín con alegría-.

Encontramos un perrito abandonado en el parque y lo estamos cuidando en casa. Se llama Amigo. - ¡Qué genial! -exclamó Juanita-. Me encantan los perros. ¿Podemos ir a visitarlo después de clases? - Claro que sí -respondió Sofía-.

Será divertido tener una tarde de juegos todos juntos. Al finalizar la jornada escolar, Martín, Sofía, Juanita y Lucas fueron a casa de Martín para conocer a Amigo.

El perrito estaba feliz de tener nuevos amigos y jugó con ellos durante toda la tarde. A medida que pasaban los días, más niños del pueblo se enteraron sobre Amigo y comenzaron a visitarlo. Todos estaban emocionados por ayudar al perrito abandonado y le daban mucho cariño.

Un día, mientras estaban en el parque con Amigo, vieron a un señor mayor que necesitaba ayuda para cruzar la calle. Sin pensarlo dos veces, los niños se acercaron rápidamente al hombre y lo acompañaron hasta su destino.

- Muchas gracias por ayudarme -dijo el señor con una sonrisa-. Es maravilloso ver cómo ustedes siempre están dispuestos a ayudar a los demás.

Los niños entendieron entonces que la solidaridad no solo era importante para ayudar a los animales, sino también para apoyarse mutuamente como comunidad. A partir de ese momento, decidieron hacer actividades solidarias cada semana para contribuir al bienestar del pueblo. Martín y Sofía aprendieron que cuando trabajamos juntos podemos lograr grandes cosas.

Gracias al amor y solidaridad de todos los habitantes de Villa Amistad, el pueblo se convirtió en un lugar aún más especial donde reinaba la felicidad y la amistad.

Y así, los niños comprendieron que la solidaridad no solo se trata de ayudar a los demás, sino también de crear un mundo mejor para todos. La historia de Amigo y Villa Amistad se convirtió en un ejemplo inspirador para todos quienes escuchaban su relato.

FIN.

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