Amigos alados


Había una vez una niña llamada Sofía, que vivía en un pueblo pequeño rodeado de montañas y ríos. Sofía era muy tímida y no tenía amigos con quien jugar.

Todos los días, después de la escuela, regresaba a casa sola y se dedicaba a leer libros o ver la televisión. Un día, en el recreo del colegio, Sofía estaba sentada en una banca observando cómo los demás niños jugaban juntos.

De repente, vio algo que llamó su atención: un grupo de pájaros cantando y volando alrededor de un árbol cercano. Se acercó para verlos mejor cuando escuchó una voz detrás de ella. - ¿Te gustan los pájaros? - preguntó un niño desconocido.

Sofía se sorprendió al principio pero luego sonrió tímidamente:- Sí, me encantan. A partir de ese momento comenzaron a hablar sobre las aves y descubrieron que compartían muchas aficiones como leer cuentos fantásticos o dibujar animales imaginarios.

El chico se presentó como Tomás y le contó que acababa mudarse al pueblo junto con su familia debido al trabajo de sus padres.

A partir de ese día Sofía tenía alguien con quien hablar durante el recreo e incluso comenzaron a pasar tiempo juntos fuera del colegio. Con el tiempo fueron haciendo más amigos y empezaron a formar parte del mismo grupo en la clase. Pero no todo fue fácil para Sofía ya que algunos niños aún se burlaban por ser callada e introvertida.

En cierta ocasión llegaron a decirle cosas hirientes lo cual la hizo sentir muy mal consigo misma. - No les hagas caso, Sofía. Esos chicos no saben lo que dicen - le dijo Tomás.

- Pero me duele mucho cuando me tratan así - respondió ella con lágrimas en los ojos. - ¿Sabes qué? A mí también me pasó algo parecido cuando llegué al pueblo.

Pero aprendí a ignorarlos y a centrarme en lo que realmente importa: disfrutar de la vida y compartir buenos momentos con amigos verdaderos como tú. Sofía se sintió reconfortada por las palabras de su amigo y decidió seguir adelante sin prestar atención a los comentarios negativos.

Con el tiempo, incluso llegó a ser muy querida por todos sus compañeros gracias a su amabilidad y dedicación para ayudarles en todo lo posible.

Así fue como Sofía aprendió una valiosa lección sobre la amistad: no importa si eres tímido o callado, siempre habrá alguien dispuesto a escucharte y apreciarte tal como eres.

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