Amigos alados


Había una vez en un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, dos niños llamados Martín y Sofía. Eran grandes amigos y siempre estaban juntos, explorando el mundo a su alrededor.

Un día, mientras caminaban por el bosque cercano a su casa, escucharon un ruido extraño que venía de los árboles. Se acercaron con curiosidad y descubrieron un nido de pajaritos abandonado. Dentro del nido había tres huevos de colores brillantes.

Martín y Sofía se miraron emocionados. Decidieron cuidar los huevos hasta que eclosionaran y los pajaritos salieran al mundo. Construyeron un pequeño refugio para protegerlos del frío y les dieron comida todos los días.

Pasaron varias semanas hasta que finalmente los huevos se rompieron y tres lindos pajaritos salieron adelante: uno azul, otro amarillo y uno rojo. Martín y Sofía les pusieron nombres: Azulito, Amarillito y Rojito. Los niños pasaban todo el tiempo jugando con sus nuevos amigos emplumados.

Los llevaban volando por el aire en sus manos imaginando que eran aviones o cohetes espaciales. Les enseñaron a cantar canciones alegres e incluso construyeron casitas especiales para ellos en los árboles cercanos.

Pero un día triste, mientras jugaban cerca del río, una fuerte ráfaga de viento sopló inesperadamente llevándose a Azulito lejos de ellos. Martín y Sofía lloraron desconsolados pensando que nunca más lo verían. Sin embargo, Sofía tuvo una idea brillante.

Recordó que los pajaritos siempre volvían a su nido al atardecer. Así que construyeron un rastro de semillas desde el lugar donde estaban hasta su refugio en el bosque.

Al caer la tarde, como por arte de magia, Azulito siguió las semillas y regresó a casa. Martín y Sofía lo abrazaron con lágrimas de alegría y le prometieron que nunca más se separarían. Los días pasaron y los pajaritos crecieron fuertes y felices bajo el cuidado amoroso de los niños.

Juntos exploraron cada rincón del bosque, descubriendo nuevas plantas, animales e historias fascinantes. Un día soleado, mientras jugaban cerca del lago, Rojito desapareció misteriosamente. Martín y Sofía buscaron desesperadamente entre los arbustos pero no pudieron encontrarlo por ninguna parte.

Esta vez fue Martín quien tuvo una idea brillante. Sabía que Rojito amaba bañarse en el agua. Entonces construyeron un pequeño bote con hojas y lo dejaron flotando en medio del lago.

Poco después, Rojito apareció nadando hacia ellos desde la orilla opuesta del lago. Los niños lo sacaron del agua con alegría y celebraron juntos su regreso triunfal. A medida que pasaba el tiempo, Martín y Sofía aprendieron muchas cosas sobre la naturaleza a través de sus amigos emplumados.

Aprendieron sobre la importancia de cuidar el medio ambiente para proteger a las aves y otros animales. Finalmente llegó el día en que los pajaritos estaban listos para volar por su cuenta.

Martín y Sofía sabían que era hora de dejarlos ir, pero les dolía mucho despedirse. Con lágrimas en los ojos, Martín y Sofía abrieron la puerta de las casitas en los árboles y Azulito, Amarillito y Rojito salieron volando hacia el cielo azul.

Los niños sonrieron mientras veían a sus amigos alejarse. Aunque extrañaban a sus amiguitos alados, Martín y Sofía sabían que habían hecho algo especial al cuidar de ellos.

Aprendieron sobre el amor, la amistad y la importancia de ayudar a otros seres vivos. Desde aquel día, cada vez que escuchaban cantar a un pájaro o veían uno volando alto en el cielo, recordaban con cariño su maravillosa aventura junto a Azulito, Amarillito y Rojito.

Y siempre recordaron que las mejores amistades pueden surgir incluso entre niños y pajaritos.

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