Amigos bajo el sol de la selva argentina



Érase una vez, en la exuberante selva de Argentina, un grupo de animales que vivía feliz y en armonía.

Sin embargo, había algo que les hacía sentirse un poco tristes: ninguno de ellos tenía amigos fuera de su propia especie. El león siempre estaba con los leones, la jirafa con las jirafas y así sucesivamente. Pero un día, algo mágico sucedió.

Una estrella fugaz cruzó el cielo nocturno y dejó caer una chispa brillante sobre el corazón del mono Marcelo. Marcelo se sintió diferente al instante. Ya no solo quería pasar tiempo con otros monos; ahora anhelaba hacer amigos entre todos los animales de la selva.

Lleno de emoción, salió corriendo para compartir su nueva idea con sus compañeros. Corrió hasta donde estaba Leo, el león líder del grupo. "-Leo, tengo una idea maravillosa", dijo Marcelo emocionado.

"-¿Por qué no intentamos hacer amigos entre todas las especies?"Leo frunció el ceño y respondió: "-Pero Marcelo, eso nunca ha sido así en nuestra selva. Cada uno tiene sus propios amigos". Marcelo no se dio por vencido tan fácilmente.

Siguió hablando con cada animal que encontraba y tratando de convencerlos para que se unieran a su misión amistosa. Primero fue Pili, la perezosa más tranquila de toda la selva.

"-Pili", dijo Marcelo mientras colgaba boca abajo junto a ella, "¿qué te parece si nos haces compañía mientras jugamos al escondite?"Pili bostezó perezosamente y respondió: "-No sé, Marcelo. Nunca he jugado con otros animales antes". Marcelo sonrió y dijo: "-¡Pero Pili, eso es lo emocionante! Podemos aprender cosas nuevas juntos y hacer que nuestra selva sea aún más especial".

A pesar de sus dudas, Pili decidió darle una oportunidad a Marcelo. Jugaron al escondite bajo los árboles altos y se divirtieron mucho.

Emocionado por su pequeña victoria, Marcelo corrió hacia el río donde encontró a Roco, el cocodrilo más temido de la selva. "-Roco", exclamó Marcelo mientras se acercaba con precaución, "¿qué te parece si nos das un paseo en tu espalda?"Roco abrió sus enormes mandíbulas y bostezó amenazadoramente. "-¿Tú? ¿Un mono? ¡Nunca!" gruñó.

Marcelo no se dejó intimidar por las palabras de Roco. Se subió valientemente a su espalda y le dijo: "-Vamos, Roco. Te prometo que no te arrepentirás".

Después de un corto pero emocionante paseo por el río, Roco se dio cuenta de que Marcelo tenía razón. Había disfrutado del compañerismo del mono intrépido. Animado por sus éxitos anteriores, Marcelo continuó buscando nuevos amigos entre los animales de la selva.

Se acercó a Marta la mariposa monarca y le preguntó: "-Marta, ¿te gustaría enseñarme cómo volar como tú?"Marta rió suavemente y respondió: "-Oh, Marcelo, los monos no pueden volar. Pero estaré encantada de mostrarte cómo disfrutar del viento en tu pelaje mientras saltas de árbol en árbol".

Marcelo aprendió a disfrutar del viento y la libertad mientras saltaba por los árboles junto a Marta. Poco a poco, todos los animales comenzaron a unirse al círculo de amistad de Marcelo.

Los leones jugaron con las jirafas, las mariposas se posaron sobre el lomo del hipopótamo y hasta Roco el cocodrilo hizo nuevos amigos entre los monos. La selva nunca había sido tan feliz y armoniosa como ahora.

Todos aprendieron que la diversidad es algo hermoso y que hacer amigos diferentes puede traer alegría y felicidad.

Y así, gracias a la valentía de un pequeño mono llamado Marcelo, todos los animales de la selva aprendieron una importante lección: que hacer amigos no tiene límites cuando hay amor y respeto entre ellos. Desde ese día en adelante, vivieron felices para siempre, celebrando su amistad única e inquebrantable bajo el brillante sol de la selva argentina.

FIN.

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