Amigos con diferentes pasiones



Agustín era un niño muy especial, desde pequeño le gustaban los autos y todo lo relacionado con ellos. Siempre que veía uno en la calle, se quedaba embobado mirándolo pasar.

Sus padres se dieron cuenta de su pasión y decidieron inscribirlo en el jardín número uno, donde sabían que encontraría muchos amigos con intereses similares. El primer día de clases, Agustín estaba muy nervioso pero emocionado por conocer a sus nuevos compañeros.

Al llegar al jardín, vio un montón de niños jugando en el patio y corrió hacia ellos para presentarse. -¡Hola! Soy Agustín y me encantan los autos -dijo sonriendo. Los niños lo recibieron con alegría y empezaron a hablar sobre sus juguetes favoritos.

Para sorpresa de Agustín, había otros dos niños que también amaban los autos tanto como él: Tomás y Juan. Los tres niños se volvieron inseparables y siempre estaban juntos jugando a carreras imaginarias con sus coches de juguete.

Pero un día, cuando estaban jugando en el patio del jardín, apareció un niño nuevo llamado Felipe. Felipe parecía no tener interés por los autos ni por ningún otro juego que a Agustín le gustara.

Al principio, intentaron incluirlo en sus juegos pero Felipe siempre decía que prefería hacer otra cosa. Agustín no entendía cómo alguien podía no amar los autos como ellos tres lo hacían.

Se sintió triste porque pensó que nunca podría ser amigo de Felipe debido a sus diferentes intereses. Sin embargo, un día mientras tomaban la merienda juntos en el comedor del jardín, Felipe les contó que su papá era piloto de carreras y que él siempre lo acompañaba a las pistas.

A partir de ese momento, Agustín empezó a hacerle preguntas sobre los autos de carrera y se dio cuenta de que Felipe también tenía una pasión por los coches, solo que diferente a la suya.

A partir de ese día, Agustín aprendió que aunque cada persona tiene diferentes intereses, todos pueden ser amigos y aprender unos de otros. Los cuatro niños se volvieron muy cercanos y continuaron jugando juntos en el patio del jardín.

Agustín descubrió que no importa cuán diferentes sean las personas, siempre hay algo en común para conectarlos. Y así fue como aprendió una valiosa lección sobre la amistad y la diversidad.

FIN.

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