Amigos de Almas



Había una vez un pequeño fantasma llamado Felipe, que vivía en un antiguo castillo abandonado. Aunque era muy amigable y tierno, todos los habitantes del pueblo le tenían miedo por su apariencia fantasmagórica.

Un día, mientras Felipe paseaba por el bosque cercano al castillo, escuchó sollozos provenientes de detrás de unos arbustos. Al acercarse, encontró a Lucas, un niño triste y solitario. Felipe se acercó a Lucas y le preguntó: "¿Por qué estás llorando?".

Lucas levantó la cabeza y con voz temblorosa respondió: "Todos en el colegio me tienen miedo porque dicen que soy extraño".

Felipe se sentó junto a Lucas y le dijo: "Yo también soy diferente a los demás y eso no significa que sea malo. En realidad, ser diferente es algo especial". Lucas miró curioso al pequeño fantasma y preguntó: "¿Cómo puedes ser especial si asustas a todos?".

Felipe sonrió y explicó: "Sí, puedo asustarlos con mi apariencia espeluznante, pero eso no define quién soy realmente. ¿Sabes? , puedo hacer muchas cosas increíbles como volar por las noches o desaparecer en un abrir y cerrar de ojos". Lucas parecía intrigado por las habilidades de Felipe.

Decidió darle una oportunidad para conocerlo mejor. Juntos comenzaron a pasar tiempo explorando el bosque encantado e inventando juegos divertidos. Un día, mientras jugaban cerca del río, escucharon gritos de auxilio provenientes del agua.

Sin pensarlo dos veces, Felipe se lanzó al río y rescató a un patito que estaba a punto de ahogarse. Lucas quedó asombrado por la valentía y el corazón amable de Felipe. A partir de ese momento, se convirtieron en los mejores amigos.

Un día, Lucas decidió invitar a Felipe al colegio para demostrarles a sus compañeros que no debían temerle. Al principio, todos estaban asustados cuando vieron llegar al fantasma, pero Lucas les contó todas las cosas maravillosas que había descubierto sobre él.

Los niños comenzaron a ver más allá de la apariencia espeluznante de Felipe y comenzaron a conocerlo como realmente era: un amigo leal y valiente.

Poco a poco, el miedo desapareció y todos se dieron cuenta de que ser diferente no es algo malo. A medida que pasaba el tiempo, Felipe se convirtió en una figura querida y respetada en el pueblo.

Los niños ya no lo veían como un fantasma asustador, sino como alguien especial con quien jugar y aprender cosas nuevas cada día. Felipe enseñó importantes lecciones a los habitantes del pueblo: nunca juzgar por las apariencias y valorar la diversidad. Todos aprendieron la importancia de aceptar a los demás tal como son.

Y así fue cómo el pequeño fantasma llamado Felipe cambió su vida gracias a la amistad con Lucas y enseñó al mundo entero que ser diferente es algo hermoso e inspirador.

FIN.

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