Amigos de Altura



En Santiago, la capital de Chile, vivía Martina, una niña muy activa y amante de la aventura.

Después de un día en el colegio, Martina solía ir a su casa para cambiarse rápidamente y dirigirse hacia un lugar especial que le encantaba: ¡el muro de escalada! Martina era una experta escaladora y siempre encontraba retos interesantes en el muro. Su pasión por la escalada la llevaba a superar sus propios límites cada vez que subía.

Un día, mientras se preparaba para escalar, notó a un niño nuevo en el lugar. Se llamaba Pedro y parecía tímido y nervioso. - ¡Hola! Soy Martina. ¿Quieres escalar juntos? -le ofreció amablemente. Pedro asintió tímidamente y aceptó la invitación.

Juntos comenzaron a subir por el muro, con Martina liderando el camino y alentando a Pedro en cada paso que daban. - ¡Vamos, tú puedes hacerlo! Confía en ti mismo -animaba Martina.

Poco a poco, Pedro fue tomando confianza gracias al apoyo de su nueva amiga. Al llegar a la cima del muro, ambos celebraron emocionados su logro. Desde ese día, Martina y Pedro se convirtieron en grandes amigos de escalada.

Juntos exploraban nuevos desafíos en el muro, aprendiendo a trabajar en equipo y a confiar en sus habilidades. Un sábado por la tarde, mientras escalaban juntos, vieron a un grupo de niños mirando con curiosidad el muro desde abajo. Martina tuvo una idea brillante.

- ¡Hey chicos! ¿Quieren unirse? ¡La diversión está asegurada! -les gritó desde arriba. Los niños aceptaron entusiasmados la invitación e iniciaron su propia aventura vertical junto a Martina y Pedro.

Todos reían y disfrutaban del emocionante desafío que les ofrecía el muro de escalada. Al finalizar la jornada, los niños estaban agotados pero felices por haber vivido una experiencia tan emocionante juntos. Martina sonreía satisfecha al ver cómo su pasión por la escalada había contagiado alegría a otros niños.

Desde entonces, todos los días después del colegio se reunían en el muro para escalar juntos, formando un grupo unido por la aventura y la diversión.

Y así, entre risas y desafíos superados, Martina descubrió que no solo disfrutaba de escalar sino también de compartir esa pasión con otros niños que buscaban emociones nuevas en Santiago.

FIN.

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