Amigos de corazón


Había una vez en una pequeña escuela de un tranquilo barrio, dos niños llamados Lucas y Martina.

Ambos eran muy diferentes entre sí: Lucas era un niño tímido y reservado, mientras que Martina era extrovertida y siempre buscaba llamar la atención. A pesar de sus diferencias, compartían una cualidad muy especial: la empatía. Un día, durante el recreo, Lucas estaba sentado solo en un banco del patio.

Tenía los ojos llenos de tristeza porque se sentía excluido y no tenía amigos con quien jugar. Martina lo notó y decidió acercarse a él. "Hola Lucas", dijo Martina amablemente.

"¿Por qué estás solo? ¿Te gustaría jugar conmigo?"Lucas miró sorprendido a Martina, nunca antes alguien se había preocupado por su soledad. "Oh... gracias", respondió tímidamente Lucas. "Me encantaría jugar contigo". A partir de ese día, Lucas y Martina se volvieron inseparables en la escuela.

Juntos exploraban cada rincón del patio, jugaban al fútbol, trepaban los árboles más altos e inventaban historias fascinantes. Un día soleado, mientras jugaban cerca del lago que estaba detrás de la escuela, vieron a un nuevo niño llamado Tomás parado en el muelle con lágrimas en los ojos.

"¡Vamos a ver qué le pasa!", exclamó Martina preocupada. Se acercaron corriendo hacia Tomás para ofrecerle su ayuda. "Hola Tomás", dijo Lucas amablemente. "¿Está todo bien? Pareces triste". "Sí, estoy triste", respondió Tomás con voz temblorosa.

"Acabo de mudarme aquí y no conozco a nadie. Me siento solo". Martina y Lucas intercambiaron una mirada llena de empatía. "No te preocupes, Tomás", dijo Martina con una sonrisa reconfortante. "Nosotros seremos tus amigos.

¡Ven a jugar con nosotros!"Tomás se iluminó al instante y aceptó la invitación. Los tres niños se divirtieron jugando juntos durante todo el día, riendo y compartiendo historias.

A medida que pasaba el tiempo, Lucas, Martina y Tomás se convirtieron en los mejores amigos de la escuela. Juntos aprendieron el valor de la empatía y cómo marcar la diferencia en la vida de alguien simplemente estando allí para ellos.

Un día, mientras estaban sentados bajo un árbol en el patio de la escuela, Lucas compartió algo importante. "Saben chicos", comenzó Lucas emocionado. "Gracias a ustedes dos he aprendido que cuando nos preocupamos por los demás sin importar nuestras diferencias, podemos hacer que este mundo sea un lugar mejor".

Martina y Tomás asintieron entusiasmados. "¡Tienes razón!", exclamó Martina. "La empatía es como una cadena mágica que conecta nuestros corazones". Desde ese día en adelante, Lucas, Martina y Tomás siempre buscaron oportunidades para mostrar empatía hacia los demás en su escuela.

Ayudaron a otros niños cuando tenían dificultades académicas o problemas personales e incluso organizaron actividades solidarias para recaudar fondos para quienes más lo necesitaban.

La historia de estos tres amigos se convirtió en un ejemplo inspirador para toda la escuela. La empatía y la amistad se propagaron como un contagio positivo, creando un ambiente escolar lleno de amor y comprensión.

Y así, Lucas, Martina y Tomás demostraron que cuando nos preocupamos por los demás y mostramos empatía, podemos cambiar el mundo a nuestro alrededor, uno corazón a la vez.

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