Amigos de corazón
En un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, se encontraba el colegio Las Palmeras, donde estudiaban Lucas, Nor y Samuel. Los tres amigos eran inseparables y compartían risas, travesuras y aventuras juntos.
Lucas era un chico de 14 años que siempre estaba sonriendo. Tenía una mirada brillante y un corazón lleno de bondad. Estaba secretamente enamorado de Gabriela, una chica hermosa y simpática que solía sentarse en la fila de adelante en clase.
Un día, al comenzar un nuevo año escolar, Lucas se llevó una sorpresa desagradable: Gabriela no regresó al colegio Las Palmeras. Se había mudado a otra ciudad con su familia y ya no estaría más allí.
Lucas se sintió triste por la ausencia de Gabriela, pero sus amigos Nor y Samuel estuvieron ahí para animarlo. Pasaban horas jugando al fútbol en el patio del colegio o explorando los rincones secretos del bosque cercano.
Un día soleado, mientras jugaban en el parque después de clases, conocieron a Ana. Era una chica nueva en el colegio Las Palmeras y tenía una sonrisa radiante que iluminaba todo a su alrededor.
Ana se acercó tímidamente al grupo de amigos y les preguntó si podía unirse a jugar. - ¡Hola! Soy Ana. ¿Puedo jugar con ustedes? -preguntó con entusiasmo. - ¡Claro que sí! Soy Lucas, él es Nor y él es Samuel -respondió Lucas señalando a sus amigos-.
¿De dónde eres? Ana les contó que acababa de mudarse al pueblo debido al trabajo de su padre. Los cuatro chicos pasaron la tarde divirtiéndose juntos como si se conocieran desde siempre.
Con el paso de los días, Lucas empezó a sentir algo especial por Ana. Su amistad crecía cada vez más fuerte y descubrió lo maravillosa que era ella: valiente, inteligente y divertida. Sin darse cuenta, los sentimientos hacia Ana fueron floreciendo en su corazón.
Una tarde mientras caminaban por el río cerca del colegio Las Palmeras, Lucas reunió coraje para hablar con Ana sobre lo que sentía:- Ana... creo que me estoy enamorando de ti -dijo tímidamente mientras desviaba la mirada hacia el suelo.
Ana sonrió dulcemente y le tomó las manos a Lucas:- Yo también siento algo especial por ti desde que nos conocimos. Eres un amigo increíble y me haces muy feliz -confesó Ana sinceramente.
Desde ese momento, Lucas supo que había encontrado algo aún más valioso que un amor secreto: había encontrado una verdadera amistad convertida en amor genuino con Ana. Los días pasaron rápidamente entre risas compartidas bajo los árboles del patio del colegio Las Palmeras o tardes dibujando historietas juntos en la biblioteca.
La amistad entre ellos crecía cada día más fuerte gracias a la confianza mutua y el cariño sincero que se tenían.
Y así fue como Lucas aprendió una importante lección: aunque las cosas cambien inesperadamente como la partida de Gabriela o la llegada de Ana; siempre hay espacio para nuevas amistades verdaderas capaces de llenar nuestro corazón con alegría e ilusión por lo desconocido.
FIN.