Amigos de cuatro patas


Había una vez un perro llamado Toby que vivía feliz en su casa junto a su dueño, Tomás. Toby era un perro muy juguetón y cariñoso, siempre estaba buscando nuevas aventuras.

Un día, mientras paseaba por el parque, encontró a un gato callejero llamado Luna. Toby se acercó a Luna y le dijo: "¡Hola! ¿Quieres ser mi amiga? En mi casa hay comida rica y mucho espacio para jugar".

Luna miró alrededor con curiosidad y respondió: "Me encantaría tener un hogar donde me sienta segura y querida". Entonces, Toby llevó a Luna a su casa y la presentó a Tomás.

A él también le pareció una buena idea tener otro animalito en casa, así que adoptaron a Luna como parte de la familia. Desde ese día, Toby y Luna se convirtieron en los mejores amigos.

Un día soleado, mientras los dos jugaban en el jardín trasero de la casa, vieron pasar un caballo por el camino cercano. El caballo estaba cansado y hambriento después de haberse perdido durante días. Toby corrió hacia él para ayudarlo. "¡Amigo caballo! ¿Estás bien?" preguntó Toby preocupado.

El caballo respondió débilmente: "Estoy agotado y no tengo fuerzas para seguir adelante". "Ven con nosotros", ofreció Luna. "En nuestra casa encontrarás comida deliciosa y podrás descansar todo lo que necesites". Así fue como el caballo se sumó al grupo de amigos en la granja de Tomás.

Los animales vivían felices compartiendo juegos divertidos durante el día e historias en la noche. Pero un día, mientras Tomás estaba trabajando en el jardín, notó que el loro vecino, Pepe, estaba muy triste y solitario.

Tomás se acercó a Pepe y le preguntó: "¿Qué te pasa, amigo? Te veo tan triste". Pepe respondió con voz llorosa: "Mi dueño se mudó y me dejó aquí solo. Extraño mucho su compañía".

Tomás sabía que no podía dejar al pobre loro abandonado, así que decidió llevarlo a casa para que estuviera junto a Toby, Luna y el caballo. Cuando llegaron a casa, los animales recibieron a Pepe con alegría y comenzaron a enseñarle juegos divertidos.

A partir de ese día, en la granja de Tomás reinaba la felicidad. Los animales aprendieron a compartir la comida y las tareas diarias. Durante el día jugaban juntos y por las noches contaban historias sobre sus aventuras pasadas.

Un día, mientras comían pasto en el campo cercano, una conejita llamada Flopi se les acercó tímidamente. "¡Hola! ¿Puedo unirme a ustedes?" preguntó Flopi. Los demás animales asintieron emocionados y le dieron la bienvenida.

Flopi se convirtió rápidamente en parte de la familia de Tomás. Todos los animales vivían felices compartiendo juegos divertidos durante el día e historias emocionantes en las noches estrelladas.

La granja de Tomás se convirtió en un lugar lleno de amor y amistad donde todos los animales encontraron un hogar seguro y feliz. Aprendieron que la amistad y el compañerismo son más fuertes cuando se comparten con otros, y que juntos pueden superar cualquier obstáculo.

Y así, Toby, Luna, el caballo, Pepe el loro y Flopi la conejita vivieron felices para siempre en su hogar lleno de amor y alegría.

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