Amigos de la noche



Había una vez un gato negro llamado Luna, que vivía en un barrio muy tranquilo. Luna era un gato muy solitario y no tenía muchos amigos, pero siempre estaba buscando alguien con quien jugar.

Un día, mientras paseaba por el parque, se encontró con un pequeño ratón blanco llamado Nieve. A pesar de que los gatos y los ratones no suelen llevarse bien, Luna decidió darle una oportunidad a Nieve y comenzaron a hablar.

"Hola, soy Luna ¿y tú quién eres?"- preguntó el gato negro. "Soy Nieve"- respondió tímidamente el ratón "¿Por qué no me comes?"Luna se rió "No te preocupes amigo, yo no como amigos".

A partir de ese momento, Luna y Nieve se volvieron grandes amigos. Pasaban sus días jugando juntos en el parque o escondiéndose entre las hojas de los árboles. La gente del barrio se sorprendió al ver a un gato y a un ratón siendo tan buenos amigos.

Un día, mientras jugaban cerca del lago del parque, Nieve cayó al agua. El pequeño ratón intentaba desesperadamente salir del agua fría pero sus patitas estaban mojadas y lo hacían resbalar cada vez que intentaba trepar la orilla.

"¡Ayuda! ¡Ayuda!"- gritaba Nieve asustado. Luna corrió hacia el lago para ayudar a su amigo. Con mucho cuidado tomó la cola de Nieve con sus dientes y lo sacó rápidamente del agua helada.

"Gracias Luna"- dijo el pequeño ratón, temblando de frío. "No tienes nada que agradecer amigo"- respondió Luna "Los amigos siempre se ayudan". Desde aquel día, Luna y Nieve se volvieron aún más inseparables. Aprendieron muchas cosas juntos y siempre estaban dispuestos a ayudarse mutuamente.

Un día, mientras jugaban en el parque, apareció un perro grande y feroz. El perro comenzó a perseguirlos por todo el parque. Luna corrió tan rápido como pudo pero Nieve no podía seguirle el ritmo.

"¡Luna! ¡Ayuda!"- gritaba Nieve asustado. Luna sabía que tenía que hacer algo para salvar a su amigo. Se detuvo en seco y esperó al perro con valentía. Cuando el perro estaba cerca, Luna saltó sobre él y comenzaron a luchar.

La pelea fue dura pero finalmente Luna logró vencer al perro gracias a su astucia e inteligencia. Cuando todo terminó, Nieve abrazó fuertemente a su amigo gato. "Gracias por salvarme la vida"- dijo Nieve emocionado "Eres mi mejor amigo".

Luna sonrió feliz "Y tú eres mi mejor amigo también". A partir de ese momento, los habitantes del barrio entendieron que la amistad no tiene límites ni prejuicios.

Que un gato negro puede ser amigo de un ratón blanco sin importar las diferencias entre ellos. Y así, gracias a la amistad entre Luna y Nieve, todos aprendieron una gran lección: nunca subestimes la fuerza de una verdadera amistad.

FIN.

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