Amigos de la Selva



Había una vez, en lo más profundo de la selva argentina, un grupo de niños que vivían rodeados de naturaleza y animales. Estos niños, llamados Martín, Sofía y Juanito, eran muy curiosos y siempre estaban buscando nuevas aventuras.

Un día soleado, mientras exploraban el bosque, se encontraron con una manada de monos juguetones. Los monos saltaban de árbol en árbol haciendo acrobacias impresionantes.

Martín tuvo una idea emocionante: ¡por qué no jugar a ser monos junto a ellos! Los tres amigos comenzaron a imitar los movimientos de los monos: saltaban sobre las ramas y se columpiaban como auténticos simios. Los monitos se divirtieron mucho con la ocurrencia de los niños y empezaron a interactuar con ellos.

"¡Miren chicos! ¡Los monitos nos están siguiendo!"- exclamó Sofía emocionada. Así comenzó una amistad muy especial entre los niños y los simpáticos primates. Juntos pasaban horas correteando por el bosque, trepando árboles y jugando al escondite.

Los monitos les enseñaron cómo buscar frutas deliciosas para comer y cómo comunicarse utilizando gestos divertidos. Pero un día, cuando estaban caminando cerca del río, escucharon un ruido extraño proveniente del agua.

Al acercarse vieron a un pequeño caimán atrapado enredado en unas ramas flotantes. El pobre animal estaba asustado y no podía moverse. "¡Tenemos que ayudarlo!"- dijo Juanito preocupado. Sin pensarlo dos veces, los niños se acercaron al caimán y con mucho cuidado desenredaron sus patas.

El caimán, agradecido, les mostró su gratitud moviendo su cola de un lado a otro. "¡Gracias chicos! ¡Me habían dado un buen susto!"- dijo el caimán mientras se alejaba nadando.

Los niños estaban felices de haber ayudado al caimán, pero también estaban cansados y decidieron descansar en la orilla del río. Mientras descansaban, vieron una tortuga que intentaba llegar hasta el agua pero estaba atrapada entre unas rocas.

Sin perder tiempo, Martín corrió hacia la tortuga y la liberó. La tortuga le dio las gracias moviendo su cabeza lentamente antes de adentrarse en el río.

Los animales de la selva empezaron a ver que estos niños eran diferentes: no solo jugaban con ellos, sino que también los ayudaban cuando lo necesitaban. Pronto otros animales comenzaron a buscar su amistad. Un día, mientras caminaban cerca del lago, escucharon unos llantos desesperados provenientes del agua.

Se acercaron rápidamente y encontraron a un pequeño pajarito que había caído del nido y no podía volar. —"Pobrecito" , susurró Sofía mientras sostenía al pajarito en sus manos delicadamente. Decidieron construirle un nido improvisado para protegerlo hasta que pudiera volar por sí mismo nuevamente.

Los días pasaron y el pájaro fue creciendo hasta finalmente poder volar alto en el cielo junto a otros pájaros de colores. La noticia de los niños que jugaban con los animales y los ayudaban se extendió por toda la selva.

Los animales se sentían seguros y protegidos alrededor de ellos, sabiendo que siempre estarían allí para cuidarlos. Los niños de la selva aprendieron una lección muy valiosa: el respeto y la amistad hacia todos los seres vivos.

Desde aquel día, continuaron explorando la selva, jugando con sus amigos animales y asegurándose de mantener el equilibrio en su hogar natural. Y así, Martín, Sofía y Juanito demostraron que incluso siendo pequeños podían hacer grandes cosas por el mundo que los rodeaba.

FIN.

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