Amigos de la Selva

Hace muchos años, en lo profundo de la selva argentina, vivía una tribu de pueblos originarios que se dedicaban a cuidar y proteger la naturaleza.

El jefe de la tribu, llamado Nahuel, era un hombre sabio y respetado por todos. Un día, mientras Nahuel caminaba por el bosque, escuchó un llanto desgarrador proveniente de una cueva. Al acercarse, descubrió a un pequeño puma atrapado entre las rocas.

Sin dudarlo, Nahuel ayudó al animalito a liberarse y lo cuidó hasta que estuvo completamente recuperado. El puma, agradecido por la bondad de Nahuel, decidió quedarse a vivir con él en la tribu. Juntos se convirtieron en grandes amigos y compartían cada momento del día juntos.

El puma demostraba una agilidad impresionante al cazar y siempre protegía a Nahuel de cualquier peligro. Un día, mientras exploraban una zona desconocida de la selva, se encontraron con una manada de jaguares hambrientos que los rodearon amenazadoramente.

"¡Nahuel! ¡Estamos en problemas!", exclamó el puma asustado. Nahuel respiró profundamente y con calma les dijo: "Tranquilo amigo mío. Recuerda todo lo que has aprendido sobre astucia y valentía".

Confiando en las palabras de su amigo humano, el puma tomó coraje y comenzó a rugir tan fuerte que los jaguares retrocedieron sorprendidos. Viendo esto, Nahuel aprovechó para liderar la retirada hacia un lugar seguro junto al puma.

Una vez fuera de peligro, el jefe de la tribu abrazó cariñosamente al felino diciéndole: "Gracias a tu valentía logramos salir ilesos. Eres verdaderamente un compañero invaluable". Desde ese día, el puma fue conocido como —"Rayen" , que significa valiente en lengua nativa.

Rayen se convirtió en el guardián protector de la tribu junto a Nahuel, enseñando valores como solidaridad y coraje a todos los miembros del pueblo.

La leyenda del jefe Nahuel y su fiel amigo Rayen perduró por generaciones en los corazones de los descendientes de aquellos antiguos pueblos originarios como ejemplo vivo del respeto hacia todas las criaturas del mundo natural.