Amigos de miedo


Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, una bebé momia llamada Jazmín. Desde que Jazmín salió del sarcófago en el museo local, se convirtió en la atracción más popular entre los lugareños.

Pero lo que nadie sabía era que Jazmín tenía un secreto: todas las noches, salía del armario para asustar a los niños del pueblo.

Los niños temblaban de miedo cuando veían a Jazmín aparecer frente a ellos con sus vendas desgastadas y sus ojos brillantes. Los padres intentaron explicarles que no debían tener miedo, que solo era una bebé momia traviesa buscando atención. Sin embargo, esto no tranquilizaba a los pequeños.

Un día, mientras jugaba escondite con sus amigos fantasmales en el cementerio cercano, Jazmín escuchó sollozos provenientes de un rincón oscuro. Se acercó sigilosamente y descubrió a María, una niña tímida y solitaria.

María siempre había sido objeto de burlas por parte de otros niños debido a su apariencia diferente. Jazmín sintió empatía por María y decidió hacer algo especial para ayudarla. Esa noche, en lugar de salir del armario para asustar como siempre hacía, se escondió debajo de la cama de María mientras ella dormía.

Al despertarse al día siguiente, María encontró una nota junto a su almohada: "No tengas miedo querida amiga. Soy Jazmín y estoy aquí para protegerte". Al leer estas palabras reconfortantes, María sonrió por primera vez en mucho tiempo.

Desde ese día, Jazmín siguió escondiéndose debajo de la cama de María todas las noches. Pero ya no era para asustarla, sino para hacerle compañía y brindarle apoyo.

Jazmín le contaba historias divertidas y le enseñaba a reírse de sí misma. María comenzó a ganar confianza gracias a la amistad con Jazmín. Poco a poco, empezó a acercarse más a otros niños del pueblo y descubrió que también podían ser sus amigos.

Un día, durante una fiesta en el parque, María decidió presentarle a sus nuevos amigos al increíble secreto que guardaba debajo de su cama: ¡Jazmín! Los niños se sorprendieron al principio, pero cuando vieron lo dulce y amigable que era Jazmín, comprendieron que no había nada que temer.

A partir de ese momento, los niños del pueblo dejaron de tener miedo de Jazmín. Comenzaron a verla como una amiga especial que les enseñaba el valor de aceptar las diferencias y superar los prejuicios.

Con el tiempo, Jazmín se convirtió en un símbolo de amor y tolerancia en el pueblo. Los niños aprendieron importantes lecciones sobre la importancia del respeto hacia los demás y cómo encontrar belleza incluso en aquello que puede parecer diferente o asustador.

Y así fue como Jazmín pasó de ser una bebé momia traviesa a convertirse en un ejemplo inspirador para todos.

Su historia demostró que la verdadera amistad puede surgir incluso en los lugares más inesperados y que, con amor y comprensión, todos podemos superar nuestros miedos.

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