Amigos de Otros Mundos



Había una vez, en un planeta lejano llamado Zorax, un pequeño extraterrestre llamado Zork. Zork era diferente a los demás de su especie, ya que siempre se preguntaba sobre el universo y soñaba con explorar otros planetas.

Su familia y amigos no entendían su curiosidad y lo veían como un bicho raro. Un día, mientras paseaba por la superficie de Zorax, vio una extraña nave espacial estrellada cerca de su casa.

Se acercó a investigar y encontró a un astronauta humano herido dentro de la nave. Sin pensarlo dos veces, ayudó al astronauta a salir del vehículo y lo llevó hasta su hogar para curarlo.

El astronauta estaba sorprendido por la amabilidad de Zork y comenzaron a conversar sobre sus mundos. El hombre contó historias increíbles sobre la Tierra: montañas enormes, océanos profundos y diferentes tipos de animales.

A medida que hablaban más, se dieron cuenta de que tenían mucho en común: ambos eran exploradores apasionados deseosos de conocer nuevos lugares. "Zork, ¿alguna vez has considerado viajar a otro planeta?" -preguntó el astronauta. "¡Sí! Siempre he querido hacerlo pero nunca he tenido la oportunidad" -respondió Zork emocionado.

"Entonces tengo una idea" -dijo el astronauta-. "¿Por qué no vienes conmigo? Te llevaré a mi planeta natal para que puedas ver todo lo maravilloso que tiene para ofrecer". Zork estaba asombrado ante esta propuesta inesperada.

¿Realmente podría ir a otro planeta? Después de pensarlo un poco, decidió aceptar la oferta del astronauta y comenzaron a trabajar en su nave espacial para que pudieran partir juntos. Durante el viaje, Zork estaba emocionado por lo que vería en la Tierra.

Pero cuando llegaron allí, se dio cuenta de que no era exactamente como lo había imaginado. Había mucha gente y edificios enormes por todas partes, y el aire no olía tan bien como en su hogar en Zorax.

"¿Qué te parece mi planeta?" -preguntó el astronauta. Zork dudó antes de responder: "Es diferente a lo que esperaba". El astronauta entendió su preocupación y le prometió mostrarle los lugares más bellos e interesantes de la Tierra.

Juntos visitaron montañas majestuosas, playas hermosas y parques naturales impresionantes. Zork estaba maravillado con todo lo que veía y aprendía algo nuevo cada día. Pero un día durante una caminata en el bosque, se perdieron.

No sabían cómo volver al campamento base del astronauta y empezaban a sentirse asustados. "No te preocupes" -dijo Zork intentando tranquilizar al hombre-. "En mi planeta siempre me enseñaron a mirar las estrellas para encontrar nuestro camino".

Y así fue como Zork guió al astronauta hacia casa usando las constelaciones del cielo nocturno como guía. El hombre estaba sorprendido por la habilidad de orientación de Zork y ambos se sintieron más cerca después de esta aventura juntos. Finalmente llegó el momento para que Zork regresara a casa.

Aunque estaba emocionado por volver a su planeta, también se sintió triste de dejar atrás al astronauta y la Tierra. "No te preocupes Zork" -dijo el hombre-.

"Siempre tendrás un amigo en la Tierra, y estoy seguro de que nos veremos de nuevo". Zork sonrió felizmente mientras abordaba su nave espacial para regresar a Zorax. Había aprendido mucho sobre otros planetas y había hecho un verdadero amigo.

Se sintió más confiado en sí mismo y sabía que siempre habría nuevas aventuras esperándolo en el universo infinito.

FIN.

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