Amigos de papel



Había una vez un nene llamado Lucas, al que le encantaba dibujar. Desde muy pequeño siempre tenía en sus manos lápices de colores y hojas en blanco para plasmar su imaginación.

Un día, mientras Lucas estaba sentado en el parque dibujando, se acercó un niño mayor llamado Tomás. Tomás le preguntó: "¿Qué estás haciendo?". Lucas levantó la vista y respondió: "Estoy dibujando mi mundo imaginario". Tomás se rió y dijo: "Eso no tiene sentido.

¿Por qué no juegas con nosotros al fútbol o a las escondidas?". Lucas sintió que algo no estaba bien, pero decidió guardarse sus pensamientos y siguió dibujando.

Los días pasaron y cada vez que Lucas iba al parque a dibujar, Tomás lo molestaba. Le decía cosas como: "¿No te aburres de estar sentado todo el día? ¡Ven a jugar con nosotros!". Lucas comenzó a sentirse solo y triste.

Pensaba que tal vez debería dejar de dibujar para ser aceptado por los demás niños del parque. Un día, mientras caminaba hacia el parque con su cuaderno de dibujo bajo el brazo, se encontró con una señora mayor sentada en un banco.

La señora le preguntó qué llevaba allí y Lucas tímidamente le mostró sus dibujos. La señora sonrió y dijo: "¡Son hermosos! Me recuerdan cuando yo era joven y también me gustaba pintar". Lucas se sorprendió al escuchar esto.

Nunca había conocido a alguien más que le gustara dibujar. La señora continuó: "No dejes que nadie te haga sentir mal por hacer lo que amas. Sigue dibujando y verás cómo tu arte te llevará a lugares increíbles".

Con las palabras de la señora en su mente, Lucas llegó al parque con una nueva actitud. En lugar de esconder su cuaderno, comenzó a mostrar sus dibujos a los demás niños. Al principio, algunos se burlaron de él, pero otros quedaron impresionados por su talento.

Poco a poco, Lucas comenzó a hacer amigos nuevos y descubrió que había otros niños como él, interesados en el arte.

Un día, mientras estaba sentado en el parque dibujando junto a sus nuevos amigos, Tomás se acercó y dijo: "Oye Lucas, ¿puedo unirme?". Lucas sonrió y respondió: "Por supuesto". Tomás se sentó junto a ellos y observó mientras Lucas mostraba sus últimas creaciones. Tomás quedó sorprendido al ver lo talentoso que era Lucas.

Se disculpó por haberlo molestado antes y le preguntó si podía aprender a dibujar también. Desde ese día en adelante, todos los días después de la escuela, Lucas y Tomás iban juntos al parque para dibujar juntos.

Y así fue como Lucas encontró no solo una pasión sino también nuevos amigos.

FIN.

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