Amigos de plumas



Había una vez un pequeño patito llamado Pato, que asistía a la escuela junto a sus compañeros, un grupo de pollitos muy amigables.

Sin embargo, Pato tenía un problema: se portaba mal en clase, pegaba a sus compañeros y les decía palabras hirientes. Esto hizo que los pollitos comenzaran a molestarlo y a evitar su compañía. Un día, la maestra gallina, Doña Coclita, notó el conflicto entre Pato y los demás pollitos.

Decidió intervenir para enseñarles sobre las normas de convivencia y cómo resolver sus diferencias de una manera pacífica.

En la siguiente clase, Doña Coclita reunió a todos los animales en círculo y les dijo: "Mis queridos alumnos, hoy vamos a hablar sobre algo muy importante: el respeto y la amabilidad hacia los demás". Los ojos de Pato brillaron de curiosidad mientras los demás lo miraban con cierta desconfianza. La maestra continuó explicando que cada uno tenía derecho a ser tratado con respeto y dignidad.

Les recordó que las palabras pueden lastimar mucho más que cualquier golpe físico. "Imaginen cómo se sentirían si alguien les dijera cosas feas o les hiciera daño", les dijo Doña Coclita con ternura.

Los pollitos comenzaron a reflexionar sobre sus acciones hacia Pato y entendieron que no estaban siendo justos ni amables con él. Entonces decidieron darle una oportunidad para cambiar su comportamiento.

A partir de ese día, los pequeños animales empezaron a ayudarse mutuamente en las tareas escolares. Los pollitos, con paciencia y comprensión, le enseñaron a Pato cómo comportarse adecuadamente en clase. Juntos aprendieron a resolver problemas de manera dialogada y respetuosa. Poco a poco, Pato comenzó a cambiar su actitud.

Se dio cuenta de que no necesitaba ser malo para llamar la atención y hacer amigos. Descubrió que podía ser amable y divertido, sin lastimar ni insultar a los demás.

Con el tiempo, los pollitos dejaron de molestarlo y se convirtieron en sus mejores amigos. Juntos formaron un equipo inseparable, siempre dispuestos a ayudarse unos a otros. Doña Coclita estaba muy orgullosa del progreso de sus alumnos.

Les recordó que todos cometemos errores, pero lo importante es aprender de ellos y mejorar cada día. Los animales comprendieron el valor de la tolerancia y la empatía, cultivando una amistad basada en el respeto mutuo. Desde aquel día, Pato se convirtió en un patito ejemplar.

Sus compañeros lo admiraban por su cambio positivo y lo apoyaban en todo momento.

Y así fue como una maestra gallina enseñó a un grupo de pollitos la importancia del respeto hacia los demás, demostrándoles que todos podemos cambiar si nos brindan una oportunidad para crecer juntos como amigos verdaderos.

FIN.

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