Amigos de río y caza


Hola, me llamo Kuk y soy un niño de la tribu de los cazadores-recolectores. Vivimos en una cueva en lo alto de una montaña, rodeados de animales salvajes y plantas silvestres.

Un día, mientras salía a buscar bayas con mi hermano mayor, escuchamos un ruido extraño cerca del río. Nos acercamos con cautela y vimos algo que nunca habíamos visto antes: un grupo de hombres vestidos con pieles y armados con lanzas.

Nos escondimos detrás de unos arbustos para observarlos sin ser vistos. Parecían estar cazando un animal grande cerca del agua. De repente, uno de ellos se acercó demasiado al borde del río y cayó al agua. Mi hermano y yo nos miramos sorprendidos.

¿Cómo podríamos ayudarlo? Decidimos hacer algo que nunca habíamos hecho antes: construir una cuerda con ramitas para sacarlo del agua. "¿Qué estás haciendo?", preguntó el hombre asombrado cuando lo alcanzamos. "Te estamos salvando", respondió mi hermano orgulloso.

"Muchas gracias", dijo el hombre sonriendo mientras se secaba junto al fuego. "¿De dónde vienen ustedes?", pregunté curioso. "Somos nómadas", explicó uno de ellos. "Viajamos por diferentes lugares buscando comida". "¡Eso suena emocionante!", exclamé emocionado.

"Lo es", confirmó el hombre mayor. "Pero también es difícil a veces". Los hombres nos enseñaron nuevas técnicas para cazar y recolectar alimentos más eficientemente.

También nos contaron historias sobre otros lugares y animales que nunca habíamos visto antes. Pero un día, mientras cazábamos juntos, apareció una manada de lobos hambrientos. Nos defendimos con nuestras lanzas pero uno de los hombres resultó herido.

"¡Tenemos que llevarlo a nuestra cueva para curarlo!", grité mientras lo ayudaba a caminar. "No podemos ir tan lejos", dijo el hombre mayor. "Debemos encontrar un lugar seguro para descansar". Nos escondimos en una cueva cercana hasta que el hombre se recuperó.

Ahí aprendimos más sobre su cultura y costumbres, y ellos aprendieron más sobre la nuestra. Finalmente, llegó el momento de despedirnos. Los nómadas siguieron su camino hacia nuevos horizontes y nosotros volvimos a nuestra cueva con nuevas herramientas y conocimientos.

Ese encuentro cambió nuestras vidas para siempre. Aprendimos que no estábamos solos en este mundo y que podíamos aprender mucho de otras culturas diferentes a la nuestra. Desde ese día, mi hermano y yo soñábamos con viajar por todo el mundo como los nómadas.

Y aunque nunca lo logramos, siempre recordaremos esa aventura emocionante e inspiradora en la que salvamos a un extraño y encontramos nuevos amigos en el camino.

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