Amigos de Villa Esperanza
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, donde vivían tres amigos muy especiales: Lucas, Martina y Sofía.
Estos niños siempre estaban dispuestos a ayudar a los demás y eran conocidos por su gran sentido de justicia, respeto, empatía, solidaridad y generosidad. Un día, mientras caminaban por el parque del pueblo, escucharon un llanto desconsolado proveniente de un árbol cerca de ellos.
Se acercaron rápidamente para ver qué sucedía y encontraron a una pequeña ardilla atrapada en una rama alta. Lucas dijo con preocupación: "¡No te preocupes ardillita! Vamos a ayudarte". Martina buscó algo para alcanzarla mientras Sofía se acercaba al árbol para calmarla.
Juntos lograron liberarla y la ardilla les miró con gratitud antes de correr hacia los arbustos. Mientras se alejaban del árbol, vieron que algunos niños mayores estaban molestando a otro niño más pequeño en el parque.
Sin pensarlo dos veces, Lucas se dirigió hacia ellos y les dijo firmemente: "¡Dejen en paz a ese chico ahora mismo! Todos merecemos respeto". Los niños mayores quedaron sorprendidos pero decidieron dejar tranquilo al niño sin decir nada más.
El chico miró a Lucas con admiración y le dio las gracias por intervenir. Lucas sonrió y le dijo: "Recuerda siempre que todos merecemos ser tratados con respeto". Después de este incidente, los tres amigos continuaron su camino cuando escucharon unos gemidos provenientes de un callejón cercano.
Se acercaron y encontraron a un perro abandonado, herido y hambriento. Sofía se arrodilló junto al perro y comenzó a acariciarlo suavemente mientras Martina buscaba ayuda. Martina regresó con una vecina que era veterinaria y juntas lograron curar las heridas del perro.
Lucas decidió llevarlo a casa temporalmente hasta encontrarle un hogar amoroso y seguro. Los tres amigos trabajaron en equipo para encontrarle una familia adoptiva donde el perro pudiera ser feliz.
Después de unos días, recibieron noticias de que el perro había sido adoptado por una familia amorosa que le brindaría todos los cuidados necesarios. Los niños estaban felices de haber ayudado al perrito y aprendieron sobre la importancia de la solidaridad y la generosidad hacia los animales indefensos.
A medida que pasaba el tiempo, Lucas, Martina y Sofía seguían demostrando su empatía con aquellos que lo necesitaban en Villa Esperanza.
Ayudaban a las personas mayores a cruzar la calle, compartían sus juguetes con otros niños e incluso organizaban eventos benéficos para recaudar dinero para causas justas. El pueblo entero admiraba a estos tres amigos por su nobleza de corazón y cómo siempre estaban dispuestos a hacer lo correcto sin importar las circunstancias.
Y así, Lucas, Martina y Sofía continuaron viviendo en Villa Esperanza siendo ejemplos vivientes de justicia, respeto, empatía, solidaridad y generosidad. Su amistad duraría para siempre mientras seguían haciendo del mundo un lugar mejor cada día.
FIN.