Amigos del Arte



Había una vez un niño llamado Mateo y su amiga Micaela. Ambos eran muy creativos y les encantaba inventar historias y juegos juntos. Un día, decidieron ir a la colonia de vacaciones para explorar su imaginación aún más.

Cuando llegaron, se encontraron con una sala de espera llena de sillas vacías. Mateo se sentó en una silla mientras Micaela miraba curiosa a su alrededor. De repente, vieron a un nene que estaba solo y parecía triste.

Mateo se acercó al nene y le preguntó qué le pasaba. El niño señaló hacia afuera y trató de hablar, pero no podía emitir ningún sonido. Mateo entendió que el nene era mudo y decidió ayudarlo.

Micaela tuvo una idea brillante: "¡Vamos a crear nuestro propio lenguaje de señas para comunicarnos con él!", exclamó emocionada. Los tres amigos comenzaron a inventar gestos y movimientos con sus manos para expresarse entre ellos.

Pronto, el nene pudo entender lo que decían e incluso pudo contarles sobre su perrito llamado Bella. Juntos, los cuatro amigos exploraron la colonia de vacaciones utilizando su nuevo lenguaje de señas.

Descubrieron hermosos paisajes al atardecer donde podían mirar las montañas, los árboles altos y los ríos cristalinos. Impulsados por su creatividad, decidieron hacer creaciones artísticas inspiradas en todo lo que veían. Pintaron cuadros coloridos del paisaje, construyeron castillos con bloques e incluso escribieron historias sobre sus sueños más grandes.

Cada día, los amigos se volvían más creativos y su amistad se fortalecía. Pero un día, Mateo tuvo una triste noticia: tenía que mudarse a otra ciudad.

Estaba preocupado de perder a sus queridos amigos y el lenguaje de señas que habían creado juntos. Sin embargo, Micaela le recordó a Mateo que la creatividad no tiene límites ni barreras. Le dijo: "Aunque estemos separados físicamente, siempre podremos comunicarnos a través de nuestras creaciones y sueños".

Con esa nueva esperanza en su corazón, Mateo se despidió de sus amigos con una sonrisa. Prometieron mantener viva su amistad a través del arte y la imaginación.

Los años pasaron y cada uno siguió su camino, pero nunca olvidaron las aventuras que vivieron juntos en la colonia de vacaciones. Mateo se convirtió en un famoso pintor y Micaela en una talentosa escritora.

Un día, mientras exponía sus cuadros en una galería, Mateo vio algo familiar entre la multitud: era Bella, el perrito del nene mudo. Los tres amigos se reunieron nuevamente y compartieron todas las maravillosas creaciones que habían hecho durante todos esos años separados.

En ese momento, comprendieron que la verdadera creatividad no solo está en las obras físicas sino también en las conexiones profundas entre personas especiales. Juntos demostraron al mundo cómo la imaginación puede romper barreras y crear amistades eternas.

Desde entonces, Mateo, Micaela y el nene mudo continuaron inspirándose mutuamente, compartiendo sus sueños y creaciones con el mundo. Y así, su historia se convirtió en un ejemplo de amistad, creatividad y amor por la vida.

FIN.

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