Amigos del bosque encantado
Había una vez un pavo real llamado Plumas y un bebé llamado Lucas que decidieron aventurarse juntos por el bosque encantado.
Plumas era muy vanidoso y siempre mostraba su hermosa cola llena de colores brillantes, mientras que Lucas solo podía balbucear algunas palabras y gatear torpemente. Un día, mientras caminaban por el bosque, escucharon un llanto desgarrador. Se acercaron con curiosidad y descubrieron a un pequeño conejito atrapado en una red.
Sin dudarlo, Plumas extendió sus alas y logró romper la red con sus afiladas garras. El conejito saltó de alegría y les agradeció con lágrimas en los ojos. "¡Gracias, gracias! ¡Son mis héroes!" exclamó el conejito emocionado.
Lucas rió feliz al ver la escena y aplaudió con entusiasmo. A partir de ese momento, los tres se convirtieron en grandes amigos y continuaron su viaje juntos por el bosque. Mientras exploraban, se encontraron con un río caudaloso que bloqueaba su camino.
El puente más cercano estaba roto, pero Plumas tuvo una idea brillante. Extendió su cola majestuosa sobre el río para crear un puente improvisado.
Lucas pudo cruzar sano y salvo sobre las plumas del pavo real, seguido por el conejito que brincaba de emoción. "¡Eres increíble, Plumas! Gracias por ayudarnos", dijo Lucas con una sonrisa radiante. Después de superar muchos desafíos juntos, llegaron a un claro lleno de flores multicolores donde vieron a una familia de zorros construyendo su madriguera.
"¡Hola! ¿Podemos ayudarlos en algo?" preguntó Lucas con curiosidad. Los zorros explicaron que estaban buscando ramas para terminar su madriguera antes de la llegada del invierno.
Sin dudarlo, Plumas usó sus fuertes picos para cortar las ramas más altas mientras Lucas las recogía del suelo junto al conejito. Con trabajo en equipo lograron terminar la madriguera antes del anochecer. Los zorros estaban tan agradecidos que organizaron una cena especial para celebrar la amistad entre especies diferentes.
Durante la cena, todos compartieron historias divertidas sobre sus aventuras en el bosque encantado.
Lucas rió a carcajadas cada vez que Plumas intentaba imitar el canto de los pájaros o cuando el conejito contaba cómo había escapado de la red gracias a la valentía del pavo real.
Al finalizar la noche, bajo un cielo estrellado iluminado por la Luna llena, decidieron regresar a casa sabiendo que habían vivido una experiencia inolvidable llena de magia y solidaridad entre amigos distintos pero inseparables.
Plumas entendió que no importa cuán hermosa sea su cola si no puede ayudar a quienes lo necesitan; Lucas aprendió que las diferencias no son obstáculos sino oportunidades para crecer; y el conejito descubrió que siempre hay alguien dispuesto a tenderle una pata cuando más lo necesita. Y así fue como el pavo real Plumas, el bebé Lucas y el conejito se convirtieron en leyendas del bosque encantado donde la amistad trasciende todas las barreras imaginables.
FIN.