Amigos del Bosque Patagónico

Había una vez en el bosque de la Patagonia un zorro llamado Renzo y un conejo llamado Lolo.

Renzo era astuto y siempre estaba buscando la manera de atrapar a Lolo para comérselo, mientras que Lolo era muy ágil y siempre lograba escaparse de las trampas del zorro. Un día, Renzo ideó un plan para engañar a Lolo.

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Se acercó al conejo con una sonrisa en el rostro y le dijo: "Lolo, he pensado que sería buena idea dejar de lado nuestras diferencias y trabajar juntos para encontrar comida en el bosque. ¿Qué te parece?".

Lolo, que era muy bondadoso, aceptó la propuesta de Renzo y juntos empezaron a recorrer el bosque en busca de frutas y verduras. Durante días, compartieron risas y aventuras, convirtiéndose en grandes amigos. Un día, mientras caminaban cerca de un río, escucharon unos gritos desesperados. Era un puma que se había caído al agua y no sabía nadar.

Sin dudarlo ni un segundo, Lolo se lanzó al río y con todas sus fuerzas logró llevar al puma hasta la orilla donde Renzo lo ayudó a salir.

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El puma agradecido les dijo: "Nunca olvidaré lo que han hecho por mí. A partir de hoy, tendréis un amigo fiel en mí". Desde ese día, los tres animales se convirtieron en inseparables compañeros.

Pero la amistad entre ellos se vio amenazada cuando una manada de lobos hambrientos rodeó al grupo. Los lobos querían atacarlos para quedarse con toda la comida del bosque. -¡Rápido! ¡Debemos pensar en algo para defendernos! -exclamó Renzo nervioso. Lolo recordó entonces una cueva cercana donde podrían esconderse todos hasta que los lobos se marcharan.

Con valentía guió a sus amigos hasta allí mientras los lobos los perseguían furiosamente. Al llegar a la cueva, Lolo tuvo otra brillante idea.

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Encontró unas ramas secas dentro de ella y las prendió con fuego para crear antorchas improvisadas. Cuando salieron de la cueva con las antorchas encendidas, los lobos retrocedieron asustados creyendo que eran criaturas mágicas. Los lobos huyeron despavoridos dejando atrás su intento de robarles la comida.

Renzo miró a Lolo con admiración y le dijo: "Gracias a tu valentía e ingenio logramos salir victoriosos".

Desde ese día, Renzo comprendió que la verdadera fortaleza no residía en ser astuto o tramposo sino en tener valores como la solidaridad, el coraje y la amistad sincera como las demostradas por Lolo.

Así fue como El zorro y el conejo descubrieron que juntos podían superar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino gracias a su increíble amistad basada en el respeto mutuo y el trabajo en equipo.

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