Amigos del Corazón



Una mañana soleada en el parque, Tommy, un pequeño perro de pelaje dorado, estaba brincando felizmente por los senderos, disfrutando de su día. Mientras tanto, Pepino, un inquieto pequeño ratón verde, buscaba un lugar donde esconderse de las grandes sombras que proyectaban los otros animales del parque.

- ¡Hola! - saludó Tommy, al ver a Pepino temblando detrás de un arbusto - ¿Por qué estás tan asustado, amigo?

- ¡Tengo miedo de que me atrapen! - respondió Pepino, mirando hacia atrás con ojos grandes. - A veces, los gatos juegan en este parque y yo soy muy pequeño.

- No te preocupes, yo te protegeré - prometió Tommy, moviendo su cola con entusiasmo.

Acordaron hacerse amigos y explorar juntos el parque. Pepino subió a la cabeza de Tommy para tener una mejor vista y juntos comenzaron la aventura.

Mientras caminaban, se dieron cuenta de que tenían muchas diferencias, pero también muchas cosas en común:

- A mí me encanta correr - dijo Tommy, intentando mostrar su destreza.

- ¡Y a mí me encanta jugar a las escondidas! - respondió Pepino emocionado.

Sin embargo, la diversión no duró mucho. En su camino, un gran perro llamado Bruno comenzó a ladrar furiosamente. Tommy se puso nervioso.

- ¡Rápido! ¡Debemos escondernos! - gritó.

Pepino, con su astucia, le dijo: - ¡Sigue mi ejemplo! - y corrió hacia un pequeño arbusto. Tommy, siguiendo sus pasos, se agachó detrás de él.

Bruno olfateó y siguió su camino, sin ver a nuestros amigos. Al salir de su escondite, ambos se miraron y comenzaron a reírse.

- Eres muy valiente, Pepino - dijo Tommy, impresionado.

- Y tú eres rápido y astuto - contestó Pepino.

Así, compartieron un momento de conexión y aprendieron a valorar las habilidades del otro. Luego se detuvieron frente a un lago brillante.

- ¡Mirá, el agua es genial para chapotear! - exclamó Tommy, lanzándose al agua.

- ¡Yo no sé nadar! - dijo Pepino, con un poco de miedo.

- ¡No te preocupes! - lanzó Tommy, salpicando agua con sus patas - ¡Solo sigue mis pasos, yo te ayudaré!

Con el coraje de Tommy, Pepino se aventuró y comenzó a chapotear cerca de la orilla, riendo mientras saltaba. Después de un rato, sintió que podía disfrutar del agua tanto como Tommy.

Cansados pero felices, los dos amigos decidieron descansar en un pequeño claro. Allí, Tommy preguntó:

- Oye Pepino, ¿qué te gustaría hacer el próximo fin de semana?

- Me gustaría hacer una carrera - respondió Pepino, con los ojos brillantes.

- ¿Una carrera? Eso suena genial, pero yo soy más grande que vos, ¿no crees que sería desparejo? - preguntó Tommy.

- ¡No! Yo tengo una idea. Podemos hacer equipos. Tú corres, yo te sigo montado en tu espalda - sugirió Pepino.

- ¡Esa es una gran idea! - se entusiasmó Tommy.

Pero mientras se acomodaban para planear la carrera, de repente, un viento fuerte comenzó a soplar y el cielo se nubló. Pepino tenía miedo.

- ¿Y si comienza a llover? - preguntó Pepino, con voz temblorosa.

- Si llueve, buscaremos un refugio - respondió Tommy, calmado. Pero mientras hablaban, comenzaron a caer las primeras gotas. Pepino se asustó y miró a su amigo:

- ¡Ay, no quiero mojarme! -

- Tranquilo, amigo. No hay razón para asustarse - le dijo Tommy, dándole una patita reconfortante - Sigamos juntos y encontremos un lugar seguro. ¡Siempre estaremos bien si estamos juntos!

Corrieron hacia un gran árbol que les daba sombra y se acomodaron debajo de sus ramas.

- ¿Sabés? - dijo Pepino mientras miraba por un huequito el cielo que se oscurecía. - Me alegro de haberte encontrado hoy. Hicimos cosas que nunca pensé que haría.

- Yo igual, Pepino. Eres un gran amigo - aseguró Tommy.

Y así, entre risas y gotas de lluvia, Tommy y Pepino supieron que podían enfrentar cualquier situación siempre que se tuvieran el uno al otro.

Cuando la lluvia paró, los dos amigos salieron del árbol y, a pesar de estar un poco mojados, comenzaron a correr hacia la salida del parque.

- ¡Mirá, el arcoíris! - exclamó Pepino.

- ¡Es hermoso! - respondió Tommy.

- Y lo mejor de todo es que lo vimos juntos - finalizó Pepino.

Ambos se rieron y corrieron bajo el arcoíris, felices de saber que, aunque sean diferentes, la verdadera amistad no tiene tamaño ni forma, y siempre está en el corazón.

FIN.

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