Amigos del espacio en el parque
Había una vez, en un parque muy grande y hermoso, cuatro amigos que se llamaban Dylan, Ainara, Cebensui y Dariel. Les encantaba jugar juntos y pasar tiempo al aire libre disfrutando de la naturaleza.
Un día soleado, mientras jugaban en el parque, de repente vieron algo aterrador: ¡un monstruo horripilante descendió del cielo! Todos gritaron asustados y corrieron en círculos tratando de encontrar una salida.
Pero justo cuando pensaron que todo estaba perdido, una extraña luz brillante apareció sobre ellos. De esa luz emergieron seres diferentes a todo lo que habían visto antes: eran alienígenas con ojos grandes y brillantes, pero sus rostros transmitían paz y bondad.
Los niños se detuvieron sorprendidos al ver a estos seres tan peculiares acercándose lentamente hacia ellos. "¡Hola!", dijo uno de los alienígenas con voz amable. "No tengan miedo, venimos en son de paz.
"Los amigos se miraron entre sí, aún un poco temerosos pero curiosos por saber más sobre estos visitantes del espacio exterior. Decidieron escuchar lo que tenían para decirles. "Somos seres de otro planeta", explicó otro alienígena. "Hemos viajado a través del universo para conocer nuevas culturas y hacer amigos".
Dylan, Ainara, Cebensui y Dariel se relajaron al escuchar estas palabras amigables. Poco a poco comenzaron a entablar conversaciones con los alienígenas y descubrieron que tenían muchas cosas en común a pesar de sus diferencias.
Con el paso de las horas, la desconfianza inicial se convirtió en amistad genuina. Los niños compartieron juegos con los alienígenas e incluso les enseñaron canciones populares de la Tierra. A cambio, los extraterrestres les mostraron tecnologías increíbles e historias fascinantes sobre otros mundos.
Con el tiempo, la noticia sobre la llegada de los alienígenas buenos al parque se extendió por toda la ciudad. La gente acudió en masa para conocer a estos visitantes especiales y aprender más sobre su cultura única.
Los niños se sintieron orgullosos de haber superado su miedo inicial y abierto sus corazones a la amistad interplanetaria. Aprendieron que no debemos juzgar a alguien por su apariencia o origen, sino por sus acciones y valores.
Al final del día, cuando llegó el momento de despedirse, todos intercambiaron abrazos cálidos y prometieron mantener vivo el recuerdo de esta inolvidable aventura juntos.
Y así terminó esta historia extraordinaria donde cuatro valientes amigos conocieron a seres de otro mundo y demostraron que la amistad puede trascender cualquier frontera imaginable.
FIN.