Amigos del juego seguro
Había una vez un niño llamado Martín que todos los días iba feliz a la escuela. Le encantaba jugar en el recreo con sus amigos, correr por el patio y reírse sin parar.
Pero un día, algo inesperado sucedió. Mientras Martín estaba charlando con sus compañeros, de repente ¡PUM! Un balón lo golpeó en la cabeza. Martín se sobresaltó y se llevó las manos a la cabeza, sintiendo un poco de dolor.
-¡Ay! ¿Quién fue el que lanzó el balón? -preguntó Martín mirando a su alrededor. Sus compañeros se miraron entre sí y nadie respondió. Martín no quería ponerse mal ni enojarse, así que decidió tomarlo con calma y buscar al responsable más tarde.
Esa misma tarde, durante el recreo, Martín vio a Tomás, un chico de otra clase, jugando fútbol con sus amigos. Recordó que Tomás tenía fama de ser descuidado cuando pateaba la pelota.
Martín respiró profundo y se acercó a Tomás con una sonrisa amistosa:-Hola Tomás, ¿fuiste tú quien lanzó el balón esta mañana? Tomás bajó la mirada avergonzado y asintió levemente. -Sí... lo siento mucho, no era mi intención golpearte. Fue un accidente -dijo Tomás arrepentido.
Martín pudo ver la sinceridad en los ojos de Tomás y decidió perdonarlo enseguida. -No te preocupes Tomás, entiendo que fue sin querer.
Pero para evitar accidentes como este, podríamos tener más cuidado cuando juguemos con la pelota cerca de otros compañeros -propuso Martín amablemente. Tomás asintió emocionado por haber sido perdonado y aceptó la propuesta de Martín. Desde ese día, ambos chicos se hicieron amigos y juntos promovieron juegos seguros en el colegio.
La noticia sobre cómo Martín manejó la situación se extendió rápidamente entre los estudiantes y todos aprendieron la importancia de ser responsables al jugar deportes en espacios compartidos.
El colegio se convirtió en un lugar donde reinaba el respeto mutuo y la diversión sana para todos los niños. Y así, gracias a su actitud comprensiva y amigable, Martín logró convertir un pequeño accidente en una gran lección para toda la escuela.
Siempre recordarían aquel día como el momento en que aprendieron a ser más cuidadosos y considerados unos con otros. Y desde entonces, cada juego en el patio era sinónimo de alegría compartida entre amigos.
FIN.