Amigos en Arcoiris
En un pequeño pueblo llamado Arcoiris, vivían muchos niños y niñas que se divertían juntos cada día.
Todos eran diferentes: unos tenían el pelo largo, otros corto; algunos preferían los colores brillantes, mientras que otros amaban los tonos más suaves. Pero lo que más destacaba en este lugar era la diversidad de género entre sus habitantes.
En una colorida casita cerca del río vivía Martina, una niña alegre y curiosa que le encantaba jugar al fútbol con sus amigos. A pesar de vestir pantalones y zapatillas como ellos, Martina sabía que en su corazón se sentía como una niña, aunque nació con cuerpo de niño.
Un día llegó a Arcoiris un nuevo habitante: Lucas, un niño tímido y creativo que adoraba pintar arcoíris en el cielo con sus acuarelas. A diferencia de Martina, Lucas había nacido con cuerpo de niña pero se identificaba como un chico.
Al principio, Martina y Lucas no sabían cómo llevarse bien debido a sus diferencias de género. Sin embargo, poco a poco fueron descubriendo que lo importante no era cómo lucían por fuera, sino quiénes eran en su interior.
Una tarde soleada, mientras jugaban juntos en el parque del pueblo, Martina le preguntó a Lucas:- ¿Por qué te gusta pintar arcoíris? - Porque me hacen sentir libre y feliz.
¿Y a ti por qué te gusta jugar al fútbol? - Porque me divierto mucho corriendo detrás de la pelota y marcando goles -respondió Martina con una sonrisa. Desde ese momento, Martina y Lucas se convirtieron en grandes amigos inseparables. Juntos aprendieron a respetar las diferencias de cada uno y a valorarse tal como eran.
Un día decidieron participar en un concurso de talentos organizado por la escuela del pueblo. Martina sorprendió a todos bailando breakdance al ritmo de la música urbana mientras Lucas creaba hermosas obras artísticas inspiradas en la naturaleza.
Al final del concurso, el jurado anunció que ambos habían ganado el primer premio por su originalidad y creatividad. Los aplausos resonaron en todo Arcoiris mientras Martina y Lucas se abrazaban emocionados.
Así fue como en el pueblo de Arcoiris todos aprendieron que la diversidad de género no era un obstáculo para ser felices y alcanzar sus sueños.
Y desde entonces, cada vez que veían un arcoíris en el cielo recordaban la valiosa lección enseñada por dos pequeños grandes amigos: ser auténticos consigo mismos sin importar lo que digan los demás.
FIN.