Amigos en el Agujero


Había una vez un perro llamado Rufus y un gato llamado Luna. Vivían en un vecindario donde todos los animales se llevaban bien, excepto ellos dos.

Rufus siempre trataba de jugar con Luna, pero ella lo ignoraba y a veces incluso le gruñía. Un día, mientras perseguían al mismo ratón, terminaron cayendo juntos en un agujero profundo. Al principio, estaban molestos el uno con el otro por haber caído allí juntos.

"¿Por qué siempre tienes que estar detrás de mí? ¡Si no fuera por ti, no estaríamos atrapados aquí!" dijo Luna furiosa. "Lo siento mucho, no fue mi intención lastimarte", respondió Rufus apenado.

Pero luego se dieron cuenta de que debían trabajar juntos para salir del agujero. Así que comenzaron a buscar una manera de subir. Primero intentaron saltar hasta la superficie sin éxito. Luego trataron de trepar por las paredes resbaladizas pero tampoco funcionó.

Fue entonces cuando Rufus tuvo una idea brillante: usar su fuerza para impulsar a Luna hacia arriba y así lograr que saliera del agujero primero. A pesar de tener miedo al principio, Luna finalmente confió en Rufus y lo dejó ayudarla.

"¡Eso fue increíble! ¿Cómo pudiste hacerlo?" preguntó Luna impresionada. "No sé... Solo quería ayudarte" respondió tímidamente Rufus. Finalmente lograron salir del agujero gracias a su trabajo en equipo. Desde ese día en adelante, se convirtieron en los mejores amigos.

Jugaban juntos, se cuidaban mutuamente y nunca volvieron a tener una pelea.

Los demás animales del vecindario estaban felices de verlos llevarse tan bien y se preguntaron cómo un perro y un gato pudieron superar sus diferencias para convertirse en amigos. La lección que aprendieron Rufus y Luna es que no importa cuánto nos diferenciemos de los demás, siempre podemos encontrar algo en común si trabajamos juntos. Y esa amistad puede cambiar nuestras vidas para siempre.

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