Amigos en el Altiplano



Había una vez en el Altiplano de Bolivia, un niño llamado Romer que vivía en una pequeña comunidad junto a su familia.

Romer era un niño curioso y valiente, siempre buscando nuevas aventuras en las vastas tierras altas de su hogar. Un día, mientras exploraba los alrededores de la Unidad Educativa Illimani 26 de Abril B, Romer se encontró con un toro negro salvaje. El animal parecía asustado y perdido, pero Romer no sintió miedo.

En lugar de eso, decidió acercarse lentamente al toro para mostrarle que no le haría daño. "Tranquilo amigo, no te voy a lastimar", dijo Romer con voz suave mientras extendía la mano hacia el toro.

El toro lo miró con curiosidad y poco a poco fue acercándose a él. Romer notó que el animal tenía una pata herida y decidió ayudarlo. Con cuidado, vendó la pata del toro y le dio agua fresca para beber.

Desde ese día, Romer visitaba al toro todos los días después de clases. Pasaban horas juntos jugando en los campos abiertos y explorando nuevos rincones del Altiplano.

La amistad entre el niño y el toro se hizo cada vez más fuerte, superando cualquier barrera entre especies. Un día, cuando una tormenta amenazaba con inundar la región, Romer se preocupó por la seguridad del toro. Decidió llevarlo a un lugar seguro en lo alto de una colina cercana.

Juntos subieron escalando rocas y esquivando relámpagos hasta llegar a salvo. "Gracias por cuidarme", dijo el toro con gratitud mientras miraba a Romer con cariño. La valentía y bondad de Romer inspiraron a toda la comunidad del Altiplano.

Su historia se convirtió en ejemplo de cómo el amor y la compasión pueden vencer cualquier obstáculo. El toro negro salvaje ya no era visto como una bestia temible, sino como un símbolo de amistad y respeto mutuo.

Con el paso del tiempo, Romer y el toro se convirtieron en leyenda en todo Bolivia. Su historia recordaba a todos que incluso las diferencias más grandes pueden ser superadas cuando hay amor verdadero involucrado.

Y así, entre risas y aventuras compartidas, Romer demostró que no importa cuán grande o salvaje sea alguien o algo; si hay bondad en tu corazón, siempre encontrarás un camino para conectar con otros seres vivos.

FIN.

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