Amigos en el Ático



Había una vez una casa antigua y encantadora en el corazón de un pequeño pueblo. La casa estaba llena de historias y secretos, pero lo más sorprendente era que estaba habitada por tres fantamas amigables: Ciro, Martina y Simón.

Ciro era un fantasma muy divertido y siempre hacía travesuras para alegrar a los demás. Martina, por otro lado, era la más sabia del grupo. Le encantaba leer libros antiguos y contarles historias a los demás fantasmas.

Y finalmente, Simón era el más tímido de todos. Aunque disfrutaba de la compañía de sus amigos, le costaba mucho salir de su escondite.

Un día soleado, mientras los fantasmas estaban jugando en el jardín trasero de la casa, escucharon unos ruidos extraños provenientes del ático. Todos se miraron entre sí con curiosidad. "¿Qué creen que pueda ser?" preguntó Ciro emocionado. "No lo sé", respondió Martina pensativa. Simón temblaba detrás de ellos sin atreverse a decir nada.

Decidieron investigar y subieron las escaleras hasta llegar al misterioso ático. Para su sorpresa, encontraron a un niño llamado Mateo escondido entre montones de cajas viejas. "¡Hola! ¿Qué haces aquí?" preguntó Martina con ternura.

Mateo levantó tímidamente la cabeza y dijo: "Me perdí mientras exploraba esta vieja casa". Los fantasmas se acercaron a él para tranquilizarlo y explicarle que eran amigables y no querían hacerle daño.

Mateo, aunque asustado al principio, se dio cuenta de que los fantasmas no eran malos y comenzó a sentirse más relajado. A medida que pasaban los días, Mateo y los fantasmas se hicieron amigos inseparables.

Los fantasmas le enseñaron a Mateo todo sobre la historia del pueblo y las aventuras que habían vivido en la casa a lo largo de los años. Un día, mientras exploraban el sótano de la casa, encontraron un mapa antiguo que conducía a un tesoro escondido en el bosque cercano.

Emocionados por la idea de una nueva aventura juntos, decidieron seguir el mapa y buscar el tesoro perdido. Caminaron durante horas hasta llegar a un árbol gigante donde supuestamente estaba enterrado el tesoro.

Pero para su sorpresa, en lugar del tesoro encontraron una carta escrita por el abuelo de Mateo hace muchos años atrás. La carta decía: "Querido Mateo, si estás leyendo esto significa que has encontrado mi escondite secreto.

Quiero que sepas lo orgulloso que estoy de ti y lo valiente que te has vuelto al enfrentar tus miedos". Mateo se emocionó hasta las lágrimas al leer las palabras de su abuelo.

Ahora entendía por qué había sentido tanta conexión con los fantasmas desde el primer momento en que los conoció. Ellos también habían superado sus propios miedos y estaban ahí para apoyarlo. Desde ese día, Mateo ya no tenía miedo de nada.

Se convirtió en un niño valiente y seguro gracias a la amistad con Ciro, Martina y Simón. Juntos exploraron cada rincón de la casa y vivieron muchas aventuras, siempre recordando que los verdaderos tesoros se encuentran en el corazón de las personas que amamos.

Y así, esta historia nos enseña que a veces nuestros mayores miedos pueden convertirse en nuestras mayores fortalezas cuando encontramos amigos dispuestos a acompañarnos en el camino.

FIN.

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