Amigos en el Garito Negro
Había una vez, en un hermoso jardín de Buenos Aires, una familia muy feliz compuesta por Martina, una niña curiosa y aventurera, su hermanito Mateo y sus padres.
Todos los días disfrutaban del sol, las flores y la compañía de los animales que visitaban su jardín. Un día, mientras jugaban en el jardín, se dieron cuenta de que un pequeño garito negro comenzó a visitarlos con frecuencia.
El garito era muy amigable y siempre venía a saludarlos con un gracioso maullido. "¡Miren mamá! ¡El garito vino otra vez!", exclamó emocionada Martina. La mamá sonrió y les dijo: "Parece que hemos hecho un nuevo amigo en nuestro jardín".
Desde aquel día, el garito negro se convirtió en parte de la familia. Siempre estaba presente cuando salían al jardín a jugar o simplemente a relajarse bajo la sombra de los árboles. Un día soleado, mientras todos disfrutaban del aire fresco del jardín, el garito negro desapareció repentinamente.
La familia se preocupó mucho y comenzaron a buscarlo por todas partes. "-¿Dónde estás Garito? ¡Te extrañamos mucho!", gritaba Mateo angustiado. Pasaron varios días sin noticias del querido amigo animal.
Martina no podía dejar de pensar en él y decidió tomar cartas en el asunto. Se puso su sombrero explorador y decidió ir a investigar qué había pasado con el garito negro.
Caminando decidida por el vecindario, Martina preguntaba a cada persona que encontraba si había visto al garito negro. Pero nadie parecía tener alguna pista sobre su paradero. Desanimada, Martina decidió volver a casa. Cuando llegó al jardín, una sorpresa la esperaba: el garito negro estaba allí, esperándola en el patio trasero.
"-¡Garito! ¡Regresaste!", exclamó Martina emocionada mientras lo abrazaba con cariño. El garito maulló contento y comenzaron a jugar como siempre lo hacían.
Resulta que el garito negro había estado explorando otros jardines del vecindario y se había perdido por un tiempo, pero gracias a la perseverancia de Martina y su amor por los animales, logró encontrarlo nuevamente. A partir de ese día, el garito negro siguió visitando a la familia todos los días en su jardín.
Pero esta vez, Martina aprendió algo muy importante: nunca hay que dejar de buscar aquello que amamos y valorar cada momento que tenemos junto a nuestros seres queridos.
Y así fue como el pequeño garito negro enseñó a Martina y a su familia la importancia de la amistad verdadera y cómo mantenerla viva incluso cuando las cosas se ponen difíciles. Juntos compartieron muchas aventuras en aquel hermoso jardín lleno de amor y alegría.
FIN.