Amigos en el Hospital



Laura se encontraba acostada en la cama del hospital, con su mamá a su lado. La habitación estaba llena de luces brillantes y máquinas extrañas que hacían ruidos extraños.

Laura no entendía muy bien qué estaba pasando, pero sabía que algo no iba bien. La enfermera entró en la habitación con una sonrisa amable en el rostro. Se acercó a Laura y le dijo: "Hola, soy la enfermera Ana.

Voy a ponerle un poco de suero para ayudarte a sentirte mejor". Laura miró nerviosa mientras Ana preparaba todo lo necesario para colocarle la vía. "¿Me va a doler mucho?", preguntó Laura preocupada. Ana le respondió dulcemente: "No te preocupes, Laura.

Pondré un poco de crema anestésica en tu piel antes de pincharte para que no sientas casi nada". Laura se calmó un poco al escuchar eso y dejó que la enfermera comenzara el proceso.

Cerró los ojos con fuerza mientras sentía una pequeña picadura en su brazo. Para su sorpresa, apenas sintió dolor. "¡Ya está!", exclamó Ana mientras limpiaba cuidadosamente el área donde había colocado la vía.

Laura abrió los ojos y sonrió al ver que ya tenía puesta la vía. Aunque seguía sintiéndose débil por la fiebre, se sentía más tranquila sabiendo que ahora recibiría el medicamento directamente en sus venas para ayudarla a sanar más rápido. Durante los días siguientes, Laura estuvo recibiendo tratamiento en el hospital.

Su mamá siempre estuvo a su lado, dándole ánimo y apoyo. Laura se hizo amiga de otras niñas que también estaban enfermas y juntas pasaban el tiempo jugando y contándose historias.

Un día, mientras Laura estaba en la sala de juegos del hospital, conoció a un niño llamado Martín. Martín había estado en el hospital durante mucho tiempo y tenía una enfermedad que no le permitía salir.

A pesar de eso, siempre mostraba una sonrisa en su rostro. "Hola, soy Martín", dijo el niño con entusiasmo. "¡Hola! Soy Laura", respondió ella emocionada por haber encontrado a alguien para jugar. A partir de ese momento, Laura y Martín se convirtieron en grandes amigos.

Pasaron horas jugando juntos, riendo y compartiendo historias. Aunque ambos estaban enfermos, encontraron alegría el uno en el otro. Con el paso del tiempo, Laura comenzó a sentirse mejor gracias al tratamiento médico que recibía.

Un día, los doctores le dijeron que ya podía regresar a casa para continuar su recuperación allí. Laura estaba feliz porque pronto volvería a estar con su familia y amigos. Pero también estaba triste porque extrañaría a Martín.

Al despedirse del hospital, Laura prometió a Martín que lo visitaría tan pronto como pudiera. Los dos se abrazaron fuertemente antes de separarse. Cuando llegó a casa, Laura siguió cuidándose muy bien para recuperarse por completo.

Y cada vez que tenía la oportunidad, iba al hospital a visitar a su amigo Martín. A medida que pasaba el tiempo, los dos niños sanaron poco a poco hasta finalmente poder dejar atrás sus enfermedades por completo.

Laura y Martín se convirtieron en símbolos de valentía y amistad para todos los demás niños del hospital. La historia de Laura y Martín nos enseña que, aunque a veces las cosas pueden ser difíciles, siempre podemos encontrar la fuerza dentro de nosotros para enfrentar cualquier desafío.

Y si tenemos amigos que nos apoyan en el camino, todo se vuelve más fácil y divertido.

FIN.

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