Amigos en el Jardín de Infantes Arcoíris


Había una vez en el Jardín de Infantes "Arcoíris de Amor", un grupo de niños y niñas muy especiales que estaban aprendiendo sobre el valor del compañerismo.

La maestra, la señorita Ana, les había contado la historia de Jesús y sus discípulos, quienes siempre se ayudaban y se querían como hermanos. En esa aula había dos amiguitos inseparables: Martín y Sofía.

Martín era un niño muy cariñoso y atento, siempre dispuesto a ayudar a sus compañeros en lo que necesitaran. Sofía, por su parte, era una niña risueña y creativa que alegraba a todos con su energía contagiosa. Un día, durante el recreo, Martín vio a Lucas solo en un rincón del patio.

Lucas era un niño nuevo en la escuela y parecía triste. Martín no dudó ni un segundo en acercarse a él. - ¡Hola! ¿Cómo te llamas? -preguntó Martín con una sonrisa. Lucas levantó tímidamente la mirada y respondió: - Soy Lucas...

¿tú quién eres? - Soy Martín. ¿Quieres jugar con nosotros? Tenemos muchos juegos divertidos -invitó Martín extendiéndole la mano. Lucas dudó al principio, pero luego asintió con una pequeña sonrisa.

Desde ese día, los tres amigos se volvieron inseparables. Jugaban juntos, compartían sus meriendas e incluso se ayudaban en las tareas más difíciles. Pero un día, algo inesperado sucedió. Durante una actividad en clase, Sofía tropezó y cayó al suelo lastimándose el brazo.

Todos los niños se acercaron preocupados, pero fue Martín quien tomó la iniciativa:- ¡Tranquila Sofi! Voy a buscar ayuda rápidamente -dijo mientras corría hacia la señorita Ana.

Mientras tanto, Lucas se acercó a Sofía y le dio un abrazo reconfortante: - No te preocupes Sofi, estamos aquí para cuidarte juntos. La señorita Ana llegó corriendo con Martín y juntos llevaron a Sofía a la enfermería. Afortunadamente no era nada grave y pronto estaría bien gracias al rápido accionar de sus amigos.

Esa tarde, sentados en círculo durante la clase de valores cristianos, la señorita Ana les preguntó qué habían aprendido ese día sobre el compañerismo.

Martín levantó la mano emocionado: - Aprendimos que cuando uno está triste o necesita ayuda no está solo; siempre podemos contar con nuestros amigos para apoyarnos mutuamente.

Sofía asintió felizmente: - Sí ¡y juntos somos mucho más fuertes! Lucas agregó sonriente: - Gracias por enseñarnos eso maestra Ana; ahora sé que tener amigos verdaderos es un regalo maravilloso.

Y así terminaba otro día lleno de aprendizajes importantes en el Jardín "Arcoíris de Amor", donde cada niño descubría que el verdadero valor del compañerismo radica en estar presentes unos para otros como Jesús enseñaba hace tantos años atrás.

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