Amigos en el Jardín Encantado



En un hermoso jardín vivía Pato, un simpático patito amarillo que pasaba sus días nadando en el estanque y jugando entre las flores.

Un día, mientras Pato chapoteaba alegremente en el agua, vio acercarse a una linda catarina llamada Cata. - ¡Hola! ¡Soy Pato! -exclamó el patito con entusiasmo al ver a la catarina acercarse. - ¡Hola, Pato! Soy Cata, ¿puedo ser tu amiga? -respondió la catarina con una sonrisa brillante.

Desde ese momento, Pato y Cata se volvieron inseparables. Juntos recorrían el jardín, compartían aventuras y se apoyaban mutuamente en todo momento.

La amistad entre un pato y una catarina era algo poco común, pero para ellos no importaba; lo único que les importaba era estar juntos y ser felices. Un día, mientras exploraban un rincón del jardín que nunca habían visitado antes, se encontraron con un grupo de animales que no eran tan amigables.

Eran un par de ardillas malhumoradas que se burlaron de la inusual amistad entre Pato y Cata. - ¡Miren nada más! ¡Un pato y una catarina siendo amigos! ¡Qué ridículo! -se mofaron las ardillas con desdén. Pato y Cata se miraron preocupados por las burlas de los demás animales.

Sin embargo, en lugar de dejarse afectar por las palabras hirientes, decidieron demostrarles lo valiosa que era su amistad. Así que organizaron una fiesta en el jardín e invitaron a todos los animales del lugar.

La fiesta fue todo un éxito: hubo baile, risas y mucha diversión. Los demás animales pudieron ver lo feliz que eran Pato y Cata juntos, cómo se apoyaban mutuamente y cómo su amistad los hacía más fuertes.

Al final de la fiesta, las ardillas malhumoradas se acercaron tímidamente hacia ellos. - Perdón por habernos burlado de su amistad. Ahora entendemos lo especial que es tener alguien en quien confiar y compartir momentos felices -se disculparon las ardillas arrepentidas.

Pato y Cata sonrieron comprensivamente y les tendieron sus alas (y antenas) para darles la bienvenida como amigos.

Desde ese día en adelante, todos los animales del jardín aprendieron a valorar la diversidad de cada uno y a entender que la verdadera amistad no tiene fronteras ni prejuicios. Y así fue como Pato el patito y Cata la catarina demostraron al mundo entero el valor inmenso de la verdadera amistad: aquella que nace del corazón sin importar diferencias ni opiniones externas.

Y juntos seguirán compartiendo aventuras infinitas bajo el sol radiante del hermoso jardín donde florece la magia de la amistad sincera.

FIN.

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