Amigos en el Parque Acuático


Llegó el día del viaje escolar y las tres amigas se encontraron muy temprano en la puerta del colegio, llenas de emoción y alegría. Cargaban sus mochilas con todo lo necesario para pasar unos días divertidos en Entre Ríos.

El trayecto en autobús fue largo, pero eso no les importaba. Cantaron canciones, jugaron a las adivinanzas y compartieron meriendas mientras veían por la ventana los paisajes que iban pasando rápidamente.

Finalmente, llegaron al hotel donde se hospedarían durante su estadía. Era un lugar hermoso, rodeado de naturaleza y con una piscina gigante que parecía un sueño hecho realidad para las niñas.

Una vez instaladas en sus habitaciones, Isa sugirió: "Chicas, ¿qué tal si nos maquillamos como princesas antes de ir al parque acuático? Podemos hacerlo todas juntas". Lucia y Pilar estuvieron de acuerdo emocionadas ante la idea. Así que sacaron todos los cosméticos que habían llevado y se sentaron frente al espejo para comenzar su transformación.

Isa se pintó los labios de rojo intenso, Lucia optó por un brillo rosado mientras que Pilar prefirió resaltar sus ojos con sombras azules brillantes.

Cuando terminaron de maquillarse, las tres amigas no podían dejar de mirarse al espejo y sonreír. Se sentían hermosas e increíbles. Luego salieron corriendo hacia el parque acuático sin preocuparse por nada más. Al llegar allí, quedaron maravilladas con todas las atracciones que había.

Corrieron hacia los toboganes, se sumergieron en la piscina de olas y disfrutaron del sol mientras flotaban en el río lento. Fue un día lleno de risas, diversión y mucha adrenalina.

Después de pasar horas jugando en el agua, decidieron ir a cenar a uno de los restaurantes que habían investigado previamente. Querían probar platos típicos de la región y compartir sus experiencias del día. Mientras esperaban su comida, Isa notó algo extraño en una mesa cercana.

Un niño estaba sentado solo, mirando tristemente su plato vacío. Sin pensarlo dos veces, Isa se acercó a él y le preguntó si quería unirse a ellas.

El niño aceptó con timidez y pronto comenzaron a conversar y reír juntos como si fueran amigos de toda la vida. Resultó que el chico también estaba en un viaje escolar pero no tenía compañeros con quien compartir momentos especiales. Esa noche fue mágica para todos ellos.

Compartieron comida, historias e incluso jugaron al UNO como habían planeado inicialmente. El chico se llamaba Martín y era muy divertido. Al finalizar la cena, Martín les confesó: "Gracias por hacerme sentir parte de su grupo hoy. Me han hecho muy feliz".

Las tres amigas sonrieron y respondieron: "¡Nosotros también estamos felices de haberte conocido!". A partir de ese momento, Isa, Lucia, Pilar y Martín se volvieron inseparables durante todo el viaje escolar.

Juntos exploraron nuevos lugares dentro del hotel, descubrieron rincones escondidos y disfrutaron de cada instante. Al regresar a casa, las niñas se dieron cuenta de lo valioso que fue abrir su corazón y permitir que alguien más se uniera a su grupo.

Aprendieron que la amistad no tiene límites ni fronteras, y que siempre hay espacio para una persona más en sus vidas. Desde aquel viaje escolar, Isa, Lucia, Pilar y Martín siguieron siendo amigos inseparables.

Cada vez que recordaban esa experiencia especial en Entre Ríos, sonreían con nostalgia y gratitud por haberse encontrado en el momento justo. Y así fue como estas tres amigas descubrieron la importancia de la empatía, la generosidad y la amistad verdadera. Un viaje inolvidable que les enseñó lecciones valiosas para toda la vida.

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