Amigos en el Tren


Había una vez en la ciudad de Buenos Aires, dos personas que se cruzaban todas las mañanas en el tren rumbo al trabajo. Se llamaban Martina y Tomás, pero nunca habían intercambiado ni una sola palabra.

Desde el primer día que se vieron, algo en ellos hizo que se cayeran mal. Martina era una mujer joven y alegre, siempre con una sonrisa en el rostro y dispuesta a ayudar a los demás.

En cambio, Tomás era un hombre serio y reservado, que prefería estar solo leyendo su diario o escuchando música en sus auriculares.

Cada mañana, al encontrarse en el vagón del tren, Martina intentaba saludar a Tomás con un "¡Buenos días!", pero él simplemente la ignoraba y seguía con lo suyo. Esto hacía que Martina se sintiera frustrada e incluso un poco triste por la actitud de Tomás. Un día, sin embargo, todo cambió.

El tren iba más lleno de lo habitual y Martina no encontraba lugar para sentarse. Fue entonces cuando Tomás se levantó de su asiento y le ofreció amablemente compartirlo con ella. Martina, sorprendida por este gesto inesperado, aceptó con una sonrisa.

"Gracias" , dijo Martina tímidamente mientras se sentaba junto a él. "De nada", respondió Tomás sin dejar de mirar por la ventana. A partir de ese día, Martina y Tomás comenzaron a conversar durante el trayecto al trabajo.

Descubrieron que tenían mucho más en común de lo que imaginaban: les gustaba la misma música, disfrutaban del café bien fuerte por las mañanas y compartían la pasión por los libros.

Con el tiempo, Martina y Tomás se convirtieron en buenos amigos gracias a ese gesto de generosidad que rompió las barreras entre ellos. Aprendieron a valorar sus diferencias y a apreciar sus similitudes.

Ya no se caían mal como al principio; al contrario, cada mañana esperaban ansiosos encontrarse en el tren para charlar sobre cualquier tema que surgiera. Así fue como Martina y Tomás descubrieron que las primeras impresiones pueden ser engañosas y que nunca es tarde para darle una oportunidad a alguien nuevo.

Desde entonces, ambos disfrutaron cada viaje juntos compartiendo risas, anécdotas e incluso sueños por cumplir. Y colorín colorado este cuento ha terminado, demostrando que hasta los desconocidos más improbables pueden convertirse en grandes amigos si abren sus corazones a la amistad sincera.

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