Amigos en la cima


Santiago y Gerónimo eran dos amigos inseparables. Les encantaba jugar juntos en la casita del árbol que habían construido en el jardín de la casa de Santiago.

Un día, mientras jugaban a ser exploradores, Santiago se subió al techo de la casita del árbol para buscar un tesoro imaginario. Pero cuando intentó bajar, se resbaló y quedó colgando de una rama. "¡Socorro! ¡Ayuda, Gerónimo!", gritó Santiago asustado.

Gerónimo corrió hacia la base de la casita del árbol para ver qué había pasado. Cuando vio a su amigo colgando de la rama, supo que tenía que hacer algo rápido. "Tranquilo Santiago, no te preocupes", dijo Gerónimo tratando de mantener la calma.

"Voy a tratar de ayudarte". Gerónimo buscó un palo largo y lo extendió hacia Santiago para que pudiera agarrarse. Con mucho esfuerzo logró sacarlo del aprieto. "¡Uff! Gracias Gerónimo, pensé que nunca iba a salir de ahí", dijo Santiago respirando con dificultad.

"De nada amigo", respondió Gerónimo sonriendo aliviado. "Pero tenemos que tener más cuidado cuando jugamos en la casita del árbol".

A partir de ese día, los dos amigos aprendieron a ser más precavidos y tomar medidas para evitar accidentes mientras jugaban en su amada casita del árbol. También recordaron lo importante que era estar allí el uno para el otro en momentos difíciles.

Con el tiempo, construyeron nuevas aventuras juntos y se convirtieron en expertos exploradores de su propio mundo imaginario. Y aunque la casita del árbol ya no era tan importante como lo había sido antes, seguían disfrutando de su compañía y amistad inquebrantable.

Así fue como Santiago y Gerónimo aprendieron que la amistad verdadera es más fuerte que cualquier obstáculo, y que juntos podían superar cualquier desafío.

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