Amigos en la Granja


Había una vez, en la granja de las catas, un hermoso día soleado. Los animales se despertaron con una alegría desbordante porque ese día recibirían la visita de los niños del pueblo.

El gallo Cantorín cantaba a todo pulmón para anunciar que los pequeños estaban por llegar. Los cerditos Saltito y Cuchufleto saltaban de emoción en su chiquero mientras que las vacas lecheras, Mimosa y Lechita, se preparaban para dar su mejor leche fresca a los visitantes.

En el corral de las gallinas, todas cacareaban felices y se arreglaban sus plumas para lucir hermosas. Pero entre ellas había una gallinita llamada Chispa, quien siempre estaba triste porque no tenía amigos.

Chispa se sentó en un rincón del corral y suspiró profundamente. Justo en ese momento, llegaron los niños al granero junto con la maestra Lupita. Todos estaban emocionados por conocer a los animales de la granja.

La maestra Lupita les explicó a los niños cómo cuidar a cada animalito y les pidió que fueran respetuosos con ellos. Los pequeños asintieron emocionados mientras caminaban hacia el corral de las gallinas. Cuando Chispa vio a los niños acercarse, decidió acercarse también para ver qué ocurría.

Al verla tan sola y triste, uno de los niños llamado Juanito se agachó y extendió su mano hacia ella. "Hola, ¿quieres ser mi amiga?"- preguntó Juanito con una sonrisa amable.

Chispa, sorprendida y emocionada, asintió con la cabeza. Desde ese momento, Chispa dejó de sentirse sola y encontró en Juanito un amigo fiel. Los demás animales también estaban encantados con los niños.

El caballo Relincho les ofrecía paseos por el campo mientras que las ovejas Blanquita y Negrita mostraban su lana suave y esponjosa. Incluso el viejo burro Tizón se acercó a los niños para recibir cariño y hacer reír a todos con sus travesuras. Pasaron horas maravillosas en la granja de las catas.

Los niños aprendieron sobre el cuidado de los animales, la importancia de respetarlos y cómo disfrutar de su compañía. Los animales, por su parte, se sentían felices al ver que había personas dispuestas a quererlos y cuidarlos.

Al final del día, cuando llegó la hora de irse, Juanito se despidió tristemente de Chispa pero prometió volver pronto a visitarla. Chispa le dio un último cacareo como despedida y volvió junto a sus amigas gallinas.

Desde aquel día, Chispa ya no se sintió sola nunca más porque sabía que siempre tendría un amigo en Juanito. Y así fue como la granja de las catas se llenó de alegría gracias a la visita de los niños.

Y colorín colorado, esta historia ha terminado pero siempre habrá nuevos momentos felices esperando en la granja de las catas.

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